Tres chicas y dos chicos detrás de un plástico transparente equipados con móviles y tabletas que emiten en directo por Instagram, un ordenador portátil pequeño y un piano electrónico. Están juntos, pero se tocan poco. Y a menudo es para zurrarse. Mucha fisicidad, mucho chillido verbal y violencia. Al final, están solos. Este es su hábitat, un mundo hecho de tirones, que se mueve a trompicones, más de promesas que de realidades, más imaginativo que real. O no. Porque el universo digital ya no es una realidad paralela, sino que es la realidad para mucha gente.
Roger Torns, director joven curtido con Llàtzer García y Marilia Samper, dirige una pieza que muestra más de lo que dice. Quiero decir que tiene una forma que es mejor que el fondo. Los cinco intérpretes hacen que el pequeño escenario de la Sala Atrium se convierta en un campo de fútbol. Cantan, bailan, se pelean, se miran de cerca y se alejan. La partitura de la pieza es perfecta y el tempo que marca Torns, de mano firme. Pero no sé si lo que dicen los personajes de 'Hàbitat' tiene mucha trascendencia. Hay un poco demasiado de hablar por hablar, de rellenar con palabras las escenas. Sin embargo, vale mucho la pena.
Dirección y dramaturgia: Roger Torns. Con: Diana Gómez, Georgina Latre, Maria Hernández, Jaume Viñas y Rafa Delacroix.