Autor: Henrik Ibsen. Adaptación: Marc Artigau, Cristina Genebat y Julio Manrique. Dirección: Julio Manrique. Amb: Andreu Benito, Ivan Benet, Jordi Bosch, Laura Conejero, Pablo Derqui, Miranda Gas, Jordi Llovet, Lluís Marco, Carles Pedragosa, Elena Tarrats.
Ibsen escribió 'El pato salvaje' después de 'Un enemigo del pueblo' y entre ambas obras hay cierta concomitancia tanto en la medida que plantean el dilema de optar por la verdad o por el engaño como por las consecuencias trágicas de la primera opción que sufren los protagonistas. Ibsen confronta la mentira vital (mentira piadosa) del pragmático doctor Relling al fanatismo justiciero de Gregor Ekdal en una sociedad tan enfermiza como la nuestra, pero bastante menos fría. ¿Es asumible la felicidad basada en la ignorancia? ¿Lo es si el conocimiento de la verdad supone el hundimiento de la propia vida?
En la confrontación entre Relling y Gregor del último acto radica la esencia de la obra y es sin duda uno, no el único, de los momentos álgidos de esta función muy bien interpretada y que nos descubre las enormes posibilidades de la joven Elena Tarrats que interpreta la hija de 14 años con una autoridad y sinceridad impresionante. Claro que para llegar hasta el excelente final, Julio Manrique necesita 90 minutos que se hacen largos a pesar del buen ritmo general de la función. La notabilísima puesta en escena, con un intenso duelo emocional entre el atormentado Gregor de Pablo Derqui y el ingenuo Hialmar de Ivan Benet, padece de alguna cuestionable decisión como la de mantener al pianista en medio del escenario casi toda la función. Distrae y no tiene justificación.
En la confrontación entre Relling y Gregor del último acto radica la esencia de la obra y es sin duda uno, no el único, de los momentos álgidos de esta función muy bien interpretada y que nos descubre las enormes posibilidades de la joven Elena Tarrats que interpreta la hija de 14 años con una autoridad y sinceridad impresionante. Claro que para llegar hasta el excelente final, Julio Manrique necesita 90 minutos que se hacen largos a pesar del buen ritmo general de la función. La notabilísima puesta en escena, con un intenso duelo emocional entre el atormentado Gregor de Pablo Derqui y el ingenuo Hialmar de Ivan Benet, padece de alguna cuestionable decisión como la de mantener al pianista en medio del escenario casi toda la función. Distrae y no tiene justificación.