El musical 'Sonrisas y Lágrimas' se estrenó en Broadway en noviembre de 1959 con gran éxito y, dicen, se ha ido reestreno a lo largo de los años convirtiéndose en uno de los más vistos del género. Los acreditados autores, Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, han fusionado la comedia musical del primero con la opereta del segundo en espectáculos como 'El rey y yo', 'Oklahoma' o 'South Pacific'. Estamos, pues, ante un musical donde al libreto, como ocurre también en el mundo de la ópera, no se le pide gran cosa y que se puede resumir en unas cuantas palabras: la historia de amor entre una novicia convertida en aya de los siete hijos de un capitán de fragata viudo en la Austria invadida por Hitler, único elemento realmente dramático de un texto ingenuo y unas letras simpáticas pero ñoñas, y de una partitura que se mantiene fresca y, en esta ocasión, bien interpretada.
El veterano Jaime Azpilicueta ha hecho una puesta en escena discreta en cuanto a la dirección de actores y convencional en el resto, si bien cabe destacar el buen nivel vocal del conjunto. La producción no ahorra medios en número de intérpretes y en decorados pintados que suben y bajan a menudo y ralentizan el ritmo apaciguado de un espectáculo que el día que lo vimos parecía falto de energía, de alegría, de vitalidad. Todo ello dentro de la sensación de que la recuperación de este título se ha hecho con fidelidad a la fecha de su estreno.