Las entrañas del teatro se abren al reducido grupo como la ballena de Jonás. En su vientre nos espera Maria (formidable Montse Esteve), protagonista del 'Stabat Mater' de Antonio Tarantino. El dramaturgo tardío que ya nos gustó con 'Vespres de la Beata Verge', otro de los títulos de su tetralogía de los 'Quattro atti profani'. Un via crucis de cinco estaciones (cinco paradas de una vida), que Magda Puyo conduce con rudeza costumbrista e intención poética.
Un falso retrato costumbrista (ruidos, vibraciones, gestos, silencios que distorsionan el realismo sucio) de una mujer confinada en los brutales prejuicios del lumpen. Una superviviente (pobre, explotada, madre soltera, dependiente de la ayuda social, rodeada de miseria económica y moral) que se encuentra con el regalo-martirio de un hijo con una inesperada curiosidad intelectual. El hijo que crecido y políticamente comprometido que hará de esta madre una Stabat Mater Dolorosa. En vez de la cruz, el calabozo de una comisaria. Un personaje al que Esteve otorga fuerza, brutalidad, desesperación, violencia, estupor, sarcasmo, vulgaridad y el aura de los ignorantes de pertenecer a un martirologio laico.
Autoría: Antonio Tarantino. Versión y dirección: Magda Puyo. Traducción: Albert Arribas. Con: Montse Esteve.