La espiral azul de Beverly Pepper es perfecta para observar los rostros de los espectadores. Ver cómo se instala una sonrisa permanente mientras siguen el juego inventado por Mònica Bofill y Judith Pujol para celebrar el décimo aniversario de Parking Shakespeare. La compañía ha agotado con los años el catálogo de comedias del bardo y para su primera gran efeméride se han tenido que conformar con poner bajo el sol 'Tot va bé si acaba bé'. Texto menos brillante que otros -enredo muy enredado de amor, conquista, rechazo, engaños-, pero que las dos directoras han retapizado dramatúrgica y escénicamente para que luzca como uno de los mejores montajes de este gran invento de teatro abierto.
Esta vez la troupe se ha tirado de cabeza a su gran ropero para emerger vestidos para poblar una fiesta cíngara de Emir Kusturica. Una decisión estética que además de recordar la personalidad nómada de los cómicos de la legua y teatreros a pie de calle -sin cabra, pero con trombón-, anticipa un recorrido escénico que a la primera oportunidad se saldrá del carril seguro de duques, damiselas, capitanes, condesas y reyes franceses. Un espectáculo que flirtea con la metateatralidad, con la propia biografía de la compañía, las etiquetas cosidas por la crítica, con sus recuerdos y sus esfuerzos, con todos sus exiguos medios a su alcance, para acercar a Shakespeare al primero que pase por el parque. El mejor anzuelo: la música. Aquí también, usada con alegre desenfado y lúdico efecto. Melodías que saben a fiesta.
Una feliz -y emotiva- puesta en escena que regala al público un inesperado “dos por uno”. Es preferible no dar más detalles sobre esa ingeniosa naturaleza dual. Basta decir que cuanto más se alejan de su autor de marca más grande es la sorpresa.
Autor: William Shakespeare. Dirección: Mónica Bofill y Judith Pujol.