Todas las claves de la exposición de Jaume Plensa en La Pedrera

El título de la exposición, 'La poesía del silencio', no es casual. Jaume Plensa siempre se ha acercado a sus creaciones con una intención poética, quiere que sus esculturas no sólo sean figuras en un espacio físico, sino que la presencia de estas esculturas permitan una reflexión sobre la realidad que nos rodea. ¿Hay mucho ruido alrededor, o estamos en un entorno tranquilo? ¿Durante cuánto tiempo estamos dispuestos a observar y compartir el espacio? La perspectiva que obtenemos, ¿qué nos dice de la figura, del entorno y de nosotros mismos? Plensa siempre ha creado arte con una intención literaria –muchas de sus esculturas formadas por letras componen, en ocasiones, frases extraídas de algunos de sus escritores más queridos, como William Shakespeare–, y esta forma de lirismo visual es un hilo conductor de su obra y de esta exposición, que es un verdadero estudio de la poética del espacio. En cada rincón ocupado de La Pedrera habrá una forma que dialogará con el silencio y el sueño.

Ha llegado un momento en que la obra de Jaume Plensa ha conquistado el mundo, y que es muy habitual caminar por una ciudad y, de repente, allí aparecerá una escultura –sus famosas cabezas con juegos de perspectiva que crean sensaciones extrañas de volumen– o uno de sus conjuntos de letras entrelazadas. Pero hubo un momento, hacia el año 1990, en el que Jaume Plensa era un artista joven, que apenas había empezado a trabajar en su proyecto. ¿Qué se ha hecho de esta obra? ¿Se puede ver y comparar con la actual? Esta exposición tiene un gran atractivo para los verdaderos fans de Plensa, y es que propone una extensa retrospectiva en la que los inicios se conectan con el presente. Así podremos ver cuál ha sido la evolución, y qué temas también son estables en el tiempo.

El arte de Jaume Plensa tiene una relación muy importante con el espacio público. Sus esculturas humanas las encontramos, habitualmente, acompañando el exterior de edificios, en aeropuertos, en estaciones de tren, en plazas y lugares de paso. Esto no quiere decir que su arte no dialogue con los interiores –es otro tipo de espacio, que da pie a un campo distinto de significados poéticos–, pero esta parte de su trabajo no es tan conocida. Sin embargo, en la exposición de La Pedrera podremos observar la parte más íntima de Jaume Plensa, esculturas figurativas que se acercan más al objeto decorativo que a la gran pieza monumental. Aunque estas, las monumentales, también las tendremos, como la gran pieza formada por letras que se encuentra en la azotea de La Pedrera.

En la entrevista que recientemente ha concedido a Time Out, Jaume Plensa reflexionaba sobre su vinculación con el arte de Antoni Gaudí. Ambos son representantes de un tipo de arte que transforma el espacio y lo dota de significados poéticos, y también expande la cultura mediterránea por todo el mundo. Que esta exposición esté en La Pedrera no es casual. Ante todo, la naturaleza del edificio –con grandes espacios comunes, amplios y luminosos, y también con pequeñas habitaciones escondidas– permite diseñar un recorrido que nos lleva del Plensa más voluminoso al más íntimo. Pero, al mismo tiempo, también enmarca su obra en la estructura también irreal de los interiores de Gaudí, creando un diálogo singular que hará que no deseéis salir. Si se trata de hacer poesía con el espacio, y de transformar la realidad en sueño, no existía un lugar mejor.

La obra de Jaume Plensa no son sólo sus esculturas y diseños, sino también los puntos de partida y de llegada de cada proyecto. Es decir, ante todo hay una idea, una influencia, y éstas normalmente provienen de la literatura o de la música. Plensa acumula referentes sólidos en diferentes capas del arte occidental, y estas influencias siempre se transmiten de forma clara, sea la música de Verdi o los textos de Dante o Goethe. Gaudí era también un artista muy musical –se han comparado sus edificaciones con grandes óperas de Wagner–, y, para captar esta parte de su obra, la exposición se complementa con actividades durante tres meses, como la presentación de un documental sobre la obra de Plensa, un concierto en el Liceu el 17 de mayo a partir de repertorio que le ha influenciado, un recital de poesía en el Ateneu o una conversación pública con Javier Molins, el comisario de la exposición. ¡Plensa total!