Si hay que tomarse una caña por la zona, este lugar es uno de los de paso obligado. Son unos sobresalientes defensores de la frase que tienen enmarcada en la pared: Una caña no es un vaso de cerveza, es la manera de tirarla. Y por ella acuden feligreses de todo el barrio, parroquianos de viejo y nuevo cuño. A partir de ahí se levanta un notable santuario de las conservas, el marisco cocido, las raciones de boquerones o de anchoas… Un trato con la eficiencia y el gesto de quien lleva muchos años tras la barra sirviendo y enseñando a servir. Un clásico donde el tapeo en barra es una religión aunque tenga un pequeño salón interior para mayores ágapes.
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