Joaquín Sorolla fue un auténtico exponente del 'luminismo', la celebración de la luz. Aunque para muchos este mundo luminoso resulta poco seductor, casi como simples motivos de postales, Sorolla (famoso en vida por sus pinturas donde en sol lo llena todo, que incluyen retratos y escenas familiares en playas y en jardines) a menudo es considerado como un neoimpresionista y su museo bien merece una visita. Recientemente restaurado, es pequeño y encantador, y está ubicado en la mansión construida por el artista en 1910 para pasar sus últimos años. Hoy cuenta con 250 obras que se exhiben en la planta principal, en sus antigua zona de estudio. El salón, el comedor y la sala de desayuno conservan su decoración original, dejando ver la ecléctica influencia decorativa del artista. El jardín, de inspiración musulmana pero con una pérgola de estilo italiano, es un tranquilo oasis de calma en medio del caos de la gran ciudad.
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