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5 motivos para ver la expo de Gus Van Sant

Escrito por
Josep Lambies
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Cuando oímos nombrar a Gus Van Sant hay imágenes que, de inmediato, vienen a la memoria. El niño rubio albino que andaba con la camiseta amarillo chillón por el pasillo del instituto en 'Elephant', justo antes de la matanza escolar. River Phoenix temblando en primer plano al principio de 'Mi Idaho privado', mientras un granjero seboso le hacía una mamada desde el fuera de campo. Los chicos de 'Mala noche' follando a lo bestia en el somier oxidado de un apartamento cutre de Portland. Y así podríamos seguir un rato largo. Estos días La Casa Encendida dedica una exposición al director estadounidense, en la que vemos material de rodaje, bocetos, fotografías y una colección de pinturas en colores vivos de la que no teníamos constancia. Tenéis que ir a verla. Os damos 5 razones bastante convincentes.

1. El retrato de un fantasma muy joven. River Phoenix tenía 21 años cuando rodó con Gus Van Sant 'Mi Idaho privado'. Murió poco después, de una sobredosis, en los lavabos del Viper Room de Los Angeles, entre convulsiones. Por eso esta película, con el tiempo, ha adquirido un sentido casi elegíaco. Lo recordamos en brazos de Keanu Reeves, con su chaqueta roja, despertando después de una mala noche, o bien desplomándose en la calle con un ataque epiléptico. Hacía de un chapero, de un desclasado, de un niño en busca de un puñado de dólares arrugados. En la exposición veréis una sesión de fotos que se tomaron para la promoción del rodaje y, lo mejor, un retrato en acrílico que Gus Van Sant le pintó, con unas pocas líneas azules, muy simple pero muy tierno. Es como tener delante un fantasma.


2. David Bowie en una polaroid. 
Entre los tesoros de la exposición, el que más impacta es una pared llena de Polaroids, en las que hay retratados personajes como Matt Damon, Drew Barrymore o Ben Affleck. Gus Van Sant cuenta que son pruebas de cásting, todas ellas realizadas entre mediados de los 80 y finales de los 90. La producción se interrumpe después de su 'remake' de 'Psicosis'. Van Sant dice que fue porque le robaron la cámara, y entonces la película de Polaroid ya era muy difícil de encontrar, así que decidió pasarse al digital. Pero ahí están todos, los mejicanos trasnochados de 'Mala noche', el poeta William Burroughs posando para su papel en 'Drugstore cowboy', David Bowie con su porte andrógino majestuoso preparándose para el videoclip de 'Fame 90', allá en el año 1990. Un salón de la fama. 


3. La faceta de pintor que desconocíamos. 
Antes describíamos al chaval de 'Elephant', esa combinación de amarillos cantones, tan llamativos que parece que vayan a dejarnos ciegos. Es posible que este plano mítico tenga un origen en los cuadros de Van Sant. No sabíamos que tenía una vena de artista plástico tan cultivada, pero por lo visto hace mucho tiempo que pinta cuatro horas al día, con una disciplina de hierro. Él mismo dice que la pintura, como la fotografía, es un precedente de su cine con el que ha ensayado cuestiones como la composición y el uso del color. En los cuadros que veréis en la exposición, aparte de un retrato de Nicole Kidman, encontraréis una escena inquietante en la que un gigante despelotado camina entre los rascacielos de una ciudad, y varios rostros de jóvenes y adolescentes de piel rosada, como este.

4. Del cómic al 'storyboard'. El 6 de julio se estrena la última película de Gus Van Sant, 'No te preocupes, no llegará lejos a pie', que es la adaptación de las memorias del dibujante John Callahan, donde habla de su alcoholismo y del accidente de tráfico que lo dejó paralítico. En la cinta, el trazo del artista tiene una gran importancia. Gus Van Sant nos contaba, en su visita por Madrid, que a él le hubiese gustado ser un viñetista como Callahan y que en alguna ocasión, cuando era joven, le hubiera gustado mandar una propuesta a la redacción del 'New Yorker'. De hecho, cuando tenía 10 años, Van Sant hizo un cómic, que nunca llegó a ningún sitio. Pero recicló ese interés por el dibujo a lápiz como creador de 'storyboards'. Hay un croquis de una de las escenas de 'Mala noche', esa en la que van en coche por carreteras secundarias a toda mecha, que corta la respiración.

5. La influencia de los 'beats' es palpable. Sí, son muchas las imágenes inmortales de Gus Van Sant. El espectro de Kurt Cobain al final de 'Last days' o los patinadores de 'Paranoid Park'. De esta última, la exposición muestra una serie de pruebas gráficas para los carteles que te vuelan la cabeza. Son marcianadas, en aquel punto en el que lo cerebral se encuentra con la psicodelia. No olvidemos que Van Sant es heredero de los poetas 'beat', que trató con muchos de los miembors de aquella generación de la que Allen Ginsberg hablaba en los primeros versos de su apabullante 'Aullido'. En sus primeros trabajos, realizados sin presupuesto y con cámaras en 16 mm, Van Sant deja notar la influencia de estos héroes vagabundos, sin pudor. Y, aunque después haya seguido su propio camino, no podemos ignorar que aún persiste algo de esos tiempos.

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