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La SO-160 es una de esas carreteras secundarias típicamente sorianas, por las que circulan pocos coches y cuyo horizonte infinito permite divisar kilómetros y kilómetros de los campos castellanos. Pero en torno al kilómetro 16, cuando se está a punto de cruzar el Río Duero, resulta difícil no levantar la vista para divisar una construcción imponente cuya silueta se alza en el horizonte. Es el Castillo de Gormaz, una fortaleza de origen andalusí erigida durante el Califato de Córdoba. Concretamente, entre los años 965 y 966.
Pero la de Gormaz no era una fortaleza cualquiera. Su ubicación, en lo alto de una colina, le otorgaba una visibilidad privilegiada, lo que la convirtió en una pieza clave de la defensa musulmana contra los reinos cristianos del norte. Y su tamaño la hacía única. De hecho, según algunos historiadores como el británico Roger Collins, especializado en historia medieval de España, en su época fue la más grande de toda Europa.
El Castillo de Gormaz tiene un perímetro amurallado de aproximadamente 1.200 metros. Ese tamaño le confirió una importancia militar que hizo que fuera protagonista de muchos enfrentamientos documentados en crónicas medievales, tanto árabes como cristianas. Contaba con hasta 28 torres, y sus murallas se elevaban por encima de los diez metros.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que las autoridades otorgaran al conjunto un estatus adecuado a su relevancia histórica. No fue hasta junio de 1931, durante el gobierno de la Segunda República, cuando fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento. Actualmente se conserva gran parte de la muralla exterior y varias de las torres originales, lo que permite hacerse una idea muy clara de su gigantesco tamaño. La Puerta Califal que da acceso al conjunto, uno de sus elementos más singulares, se mantiene en pie y ha sido parcialmente restaurada.
Hoy, Gormaz es uno de esos pueblos de la llamada España vaciada. El término municipal apenas tiene una población de 26 habitantes, que se incrementan sustancialmente durante el verano. Pero sobre ellos, y en medio de un paraje único, sigue alzándose una fortaleza eterna que bien merece una visita que se puede realizar libremente, ya que no tiene horario ni entradas.