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Collage de Amaya Lalanda
Amaya Lalanda

Madrid oculto: Cuidado con las bestias

Escrito por
Servando Rocha
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López de Hoyos "trajo" a las primeras bestias, una sierpe o culebra que aseguró presidía la Puerta Cerrada, en la antigua muralla cristiana, cuando esta servía de entrada a la ciudad. Pero alguien convirtió al animal en un gran y peligroso dragón y fue el culpable de una de las teorías más disparatadas acerca del origen de la ciudad: esa misma imagen del dragón había sido usada por los griegos en sus estandartes de guerra. Madrid había sido fundada por ¡los griegos! Durante tres siglos el gran dragón o grifo –mitad águila y mitad león– fue el escudo de la ciudad, hasta que, en los 60 del siglo pasado, el Ayuntamiento se dio cuenta del disparate.

Madrid tuvo sus bestias. En 1926, un periodista conoció a unos saltimbanquis que, durante un tiempo, en pleno centro, paseaban osos, monos y hasta camellos. Los fotografió Alfonso. Sucedía muy cerca precisamente de la calle León, que se llama así porque, siglos antes, vivía un hombre junto a su león, que exhibía por dos maravedís: "Cruzábamos la plaza de Santa Ana y nos atrajo, como a los chicos, el son pausado y monótono del pandero. Nos acercamos al corro, formado a la entrada de la calle de Núñez de Arce, y durante unos momentos estuvimos contemplando al fiero domador con admiración de la chiquillería que, sin darle importancia al caso, hacía danzar en dos patas al oso".

Avistamientos y terrores. Dos años más tarde, otro animal, un toro, sembró el terror muy cerca del lugar en que el periodista vio al oso. Una mañana, en el Matadero de Legazpi, mientras los animales entraban ordenadamente para ser sacrificados, un toro en compañía de una vaca decidió apartarse del rebaño. Entonces huyeron libres calle arriba entre revolcones y cogidas que causaron varios heridos hasta que un transeúnte, el torero Fortuna, mandó a un mozo a por su estoque y acabó con la vida del animal.

En el invierno de 1960, una leona desbocada provocó el pánico en Arturo Soria tras atacar a su domador, el Capitán King, que hacía de gladiador en una película. Durante horas fue la reina de una ciudad fantasma. Una pareja de guardias civiles acabó con ella tras dispararle hasta en cincuenta ocasiones. En La Casa de Fieras del parque del Retiro, abierta hasta 1972, los visitantes podían ver a tigres, leones, panteras, monos. Ni el guepardo apodado Chiquita con el que solía pasear Josephine Baker nos hubiera impresionado, tan familiarizados como estábamos, y seguimos estando, a las bestias. Cuando la artista nos visitó en febrero de 1930, un torpe periodista la describió como la "magnífica animalidad de una mulata del Misisipi".

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