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Un collage de Amaya Lalanda con Aviador Dro como protagonistas
Amaya Lalanda

Madrid oculto: El futuro que ya fue

Escrito por
Servando Rocha
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Hubo una época en la que Madrid soñó con alcanzar las estrellas, hacer realidad eso 'De Madrid al cielo', una frase surgida en nuestro Siglo de Oro, cuando el dramaturgo Luis Quiñones de Benavente escribió: "Pues el invierno y el verano, / en Madrid solo son buenos, / desde la cuna a Madrid, / y desde Madrid al Cielo". Durante aquellas fechas se inauguró el Real Observatorio Astronómico de Madrid donde, además de antiguos telescopios y un péndulo de Foucault, se exhibe una sucesión de relojes que en su día sirvieron para fijar con suprema exactitud la hora para todo el país y que hoy languidecen junto a extraños carteles que advierten: "Retrasado tres segundos".

No perdimos el tiempo. Lo de alcanzar el cielo fue una fantasía que en los años 80 tenía aspecto de pesadilla distópica, un particular y castizo escenario Blade runner, sobre todo si uno se daba una vuelta por Atocha. Allí, desde 1968 (año en que la prensa y hasta el portavoz del Centro de Meteorología aseguraron que un misterioso ovni había sobrevolado el centro de la ciudad) hasta 1985 se levantó el gigantesco y pionero Scalextric, un laberíntico escenario de rampas y pasarelas por el que surcaban diariamente miles de vehículos y que convirtió esa zona en irrespirable debido a la contaminación. Al año siguiente se inauguró otro de los enclaves para soñar con el firmamento: el Planetario.

Existe una historia secreta del futurismo en la capital, un relato de sinuosas arquitecturas que parecían provenir de otra dimensión, como el edificio de la Pagoda, junto a la carretera de Barcelona. Su aspecto y forma impresionaban: una enorme estrella de hormigón armado que sería derribada en 1999. Torres Blancas era y es una de nuestras joyas del futuro que ya fue. Jim Jarmusch, en 'Los límites del control', paseó a su protagonista por sus pasillos. Y quién sabe si en la famosa gasolinera Gesa de la calle Alberto Aguilera, un ejemplo de 'arquitectura aerodinámica', hasta podía repostar algún vehículo con aspiraciones intergalácticas. Lo que hoy existe es una reconstrucción presidida por su torre-altavoz convertida en tótem publicitario. Pero sin duda la banda sonora a aquellas rarezas del Madrid de los 80 fue la de Aviador Dro, el grupo mutante protagonista de la Movida que cantó a lo ¿imposible? con temas como 'Néstor el cyborg', 'Hazme tu androide' y, por supuesto, la polémica 'Nuclear, sí' (seguido de ese famoso "por supuesto"). Todo con tal de entrar en órbita sideral desde el mismísimo kilómetro 0.

Si te perdiste el artículo anterior... El ejército peripatético

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Amaya Lalanda

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