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Madrid oculto: Los castizos imposibles

Escrito por
Servando Rocha
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La reunión tiene lugar en la sede social de los Chopera, auténticos todopoderosos del mundo taurino. Madrid vive una euforia que tiene algo de impostada y comienza a perder pie. La fiesta, lo mismo que el verano, parece eterna. La Luna de Madrid, la revista emblemática de La Movida, ha tenido una idea: organizar una gran corrida de toros en Las Ventas. El periodista José Luis Moreno-Ruiz propone a tres toreros de renombre: Joaquín Bernardó, Rafael de Paula y Gregorio de Tébar 'el Inclusero'. Y los Chopera asienten. Pero cuando el proyecto está a punto de cerrarse, todo se tuerce: "Al poco de comenzar el encuentro con Manuel Martínez Chopera –escribe José Luis en La Movida modernosa–, los tres chisgarabís [de La Luna de Madrid] que me acompañaban empezaron a soltar paridas. Una de ellas resultó definitiva. Propusieron que los vestidos de torear de los matadores los diseñara Agatha Ruiz de la Prada, y que en vez de la banda de música tocara Gabinete Caligari". Chopera no sabe adónde mirar. Gabinete Caligari (tupés, gesto de desafío y actitud apachesca), con aquel "Somos Gabinete Caligari y somos fascistas" que lanzaron en uno de sus conciertos, o la defensa a ultranza de la Fiesta Nacional, se convirtieron en padres del rock "castizo y torero". Su cantante y líder, Jaime Urrutia, habría llorado si se hubiera hecho realidad ese sueño de un concierto suyo en pleno ruedo. Séptimo Sello cantaban por aquella época un antihimno como era Todos los paletos fuera de Madrid.

Macarras con chupas de cuero vigilando la Puerta de Alcalá. Delirio cañí. El pop castizo fue tan contradictorio como lo es el "casticismo", como Madrid mismo. Somos parte de un mestizaje cultural con raíces en muchos lugares. Somos la ciudad del proletariado que hace un siglo levantó, con su fuerza de trabajo, los barrios burgueses de Goya o Serrano. Aquí se vive otro spleen, que diría Francisco Umbral, quien publicó su Diccionario cheli mientras Urrutia se vestía con gorra chulapa. En los "territorios chisperos" vivían extremeños, andaluces, gallegos. Eso fue y es Madrid. Su “casticismo” era una palabra problemática.

Durante la Guerra Civil, cuando la plaza de Lavapiés se renombró como Trifón Medrano, un militante socialista fallecido a causa de una bomba, algunos historiadores madrileños afirmaron que no era un nombre "castizo". Los indignados obreros y militantes se les echaron encima: "Hoy lo castizo es el heroísmo. Lo demás son historias y no Historia". Los Cronistas Oficiales de la Villa eran otros.

Collage con personajes conocidos

Amaya Lalanda

Si te perdiste el artículo anterior... La ciudad de las maravillas

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