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Íntima, elegante, emocional. La música de Natalia Lacunza es el abrazo que te espera cuando terminas de recorrer un camino complicado, una introspección poco amable, pero necesaria. Porque de conocerse a una misma y autosabotearse sabe bien la pamplonesa, quien acaba de sentir el peso de la adultez en sus carnes y ha decidido traducirlo a lo que mejor saber hacer: canciones y, con ellas, un nuevo álbum.
La conocimos en Operación Triunfo en 2018, concurso en el que logró el tercer puesto con una carrera que apuntaba a revolver el pop nacional con propuestas algo más alejadas del mainstream, valientes, "alternativas". Desde entonces, su primer disco y sus cuatro EPs hablan de una artista que ha ido descubriéndose a base de jugar en distintas parcelas, pero sin perder su esencia. Esa es la clave de Natalia Lacunza: la autenticidad. Hablamos con ella de su segundo disco, del que todavía no se conocen ni el nombre ni la fecha de lanzamiento, tan sólo hay un single… pero es más que suficiente. Hasta entonces, podremos verla desplegar su magia el 11 de julio en el festival Mad Cool.

Este año publicas tu segundo disco, del que no conocemos ni el título, ni la fecha de publicación…
No se sabe cuándo lo publicaré, no lo sé ni yo. Siento que cada proyecto tiene su tiempo natural y hay algunos que los terminas rápido, que lo tienes muy claro, no hay que darles muchas vueltas, pero hay otros que requieren más paciencia, rumiar, trabajo… ya lo estoy terminando y estoy muy contenta, la verdad. He tenido momentos de decir: "Dios mío, no sé si empezar de nuevo otra vez". He pasado por muchas fases y cada disco es un challenge mayor porque te vuelves más exigente contigo misma, pero por fin estoy viendo la luz, estoy terminando y saldrá este año. Llevo trabajando en el disco un año y medio, dos. Es mi disco más largo y tengo muchas ganas de que salga.
Tampoco es que hayas estado dormida en este tiempo entre el primer disco y ahora. Has sacado EPs, colaboraciones…
No, no, no he estado dormida ni inactiva. He hecho parón de colaboraciones con marcas, bolos y así porque venía de una temporada muy llena de todo y siento que los proyectos tienen que tener su época de barbecho para que se renueven las energías, que la gente cree un nuevo espacio para lo nuevo que tengas que ofrecer, para ti como artista… para vivir y componer, porque hay que vivir para componer.
Siento que los proyectos tienen que tener su época de barbecho para que se renueven las energías, para vivir y componer
¿Qué podemos esperar de esta nueva fase? ¿Algo relacionado con la nostalgia?
Para mí, este disco me ha cogido en el momento de llegar a la edad adulta oficial. Tengo 25 años y todo lo que me imaginaba tener para entonces, todo lo que me había construido durante mi primera juventud, ahora lo tengo que volver a construir, porque las cosas cambian… esa idealización de la juventud desaparece y este es el momento que retrata el disco. Es un trabajo que habla de no querer soltar lo que tenías, pero tener que hacerlo y agarrarte a la segunda juventud. Las amistades que tenía ya no las tengo, la sensación vital que tenía en Madrid de todo lo bueno se ha convertido en una incomodidad, en un sitio muy agobiante y con demasiados estímulos. Este disco es un poco la pérdida de la inocencia.
Sólo conocemos el single 'Un Castigo', en el que colaboras con Jesse Baez y la verdad es que ambas voces quedan increíbles. ¿Tenías en mente trabajar con él en algún momento?
Parece que el tema estaba hecho para él desde el principio. Conocía el trabajo de Jesse desde hacía mucho tiempo, me encantaba. Tenía esta canción escrita entera, de hecho hay una versión cantada sólo mí. Sentía que este tema era perfecto para colaboración y un día se me encendió la bombilla: seguía a Jesse desde hacía mucho tiempo y nos dábamos likes… como ligar musicalmente (risas). Un día me armé de valor, le mandé varios temas del disco y me imaginaba que este era el que le iba a gustar y así fue, me dijo que se moría de ganas por cantarlo. Contentísima me fui a México a grabar su parte tal cual lo había compuesto yo misma y quedó super empastado, parecía que lo había escrito él. Fue todo un sueño cumplido, sinceramente.
Este disco es un poco la pérdida de la inocencia
¿Hay más colaboraciones en el disco?
Sí, sí, sí hay… pero todavía no puedo decir nada (risas).
El tema es muy pop, muy minimal, como la Natalia Lacunza de Tiene que ser para mí. ¿Te has reconectado con esa Natalia?
Es un poco raro porque es como que este disco habla de que no quieres soltar lo de atrás y al mismo tiempo llevaba un tiempo intentando salirme de mí misma, de componer otros estilos, otras melodías... pero sentía la sensación de que estaba dejando atrás algo de mí, algo muy pop que echaba de menos y que creo que el público también lo extrañaba. Este disco es muy nostálgico, algo inevitable porque la tengo dentro y llevaba mucho tiempo rechazándola. Con este disco he dicho: "Voy a abrazar esta máquina de nostalgia que tengo en la garganta y voy a explotarla", porque siempre he escuchado música como sosiego, como desahogo. Para mí, la música que te hace sacar las cosas malas de dentro lo es todo. Creo que mi música inconscientemente se comporta de la misma forma, es para intimidar contigo misma. Ha sido este proceso de abrazar cosas más primarias, una forma de hacer melodías y de pensar en las canciones que había estado un tiempo rechazando. En este disco me he reencontrado con ese primer trabajo.

En el videoclip, dirigido por Héctor Herce, usas el recurso de la silla vacía para hablar con alguien ausente. ¿Te pones muchas veces en ese sitio para analizarte o darte consejos?
Sí, mazo, soy una "terapiadora" profesional. Para mí la terapia lo es todo y mi ejercicio ahora mismo está en intentar no ser tan analítica, dejarme fluir, entender mis emociones y no sobrepensar tanto las cosas. Quiero dejarme existir mucho más. Cuando eres una persona muy consciente de ti misma llega un punto en el que te pones la zancadilla todo el rato, te saboteas.
Con este disco he dicho: 'Voy a abrazar esta máquina de nostalgia que tengo en la garganta y voy a explotarla'
Desde que te conocimos públicamente, con tu entrada en Operación Triunfo, se te pintó como una artista segura que tiene claro a dónde quiere llevar su carrera, algo más alternativa que otros perfiles. ¿Te sientes identificada con esa imagen?
Dista mucho la imagen que damos al exterior con luego la imagen que somos realmente. Recuerdo tener estas conversaciones con mis amigas y pensar: "Es que no tienes ni idea de la mentira que es". Estoy intentando no sobrepensar y no quitarme la inspiración, las alas, la libertad. Creo que hay mucha idealización del artista y la gente no llega a entender que somos iguales que el resto del mundo. En este disco se ven perfectamente mis carencias y mis problemas. A mí me gustaría que me percibieran como una tía completamente normal, vulnerable, maja, agradable…
Además de artista musical, eres bailarina. Estudiaste durante más de una década baile. ¿Alguna vez has pensado en incorporar esa faceta tuya en tus shows?
Quería ser bailarina. Lo primero que iba a hacer era estudiar contemporáneo y al final entre una cosa y otra iba a estudiar teatro, hasta que entré en Operación Triunfo… y no estudié nada de eso (risas). Es algo de lo que he estado un poco desconectada porque era algo para mí demasiado profesionalizado y que, al no haber retomado en una década, me daba miedo volver porque me iba a ver peor que antes. Estoy trabajando mogollón en mi cuerpo, este año quiero apuntarme a un montón de clases. La danza es una cosa que me alimenta el alma y quiero incorporar más todavía a mi show y a mi performance.
Me gustaría que me percibieran como una tía completamente normal, vulnerable, maja, agradable…
Podremos verte el viernes 11 sobre el escenario Orange de Mad Cool, ¿tienes preparado algo especial?
Estoy preparando un show muy guay. Tengo dos sorpresitas, que no son nada superloco, pero voy a cantar una canción inédita y habrá una pequeña performance. Además, mi actuación termina antes de que empiece Benson Boone, de quien mi madre es muy fan, y estaremos ahí dándolo todo también viéndole (risas).
Llevas muchos años viviendo aquí… ¿cuál es tu relación con Madrid?
Este disco va básicamente de encontrarte muy mal en la ciudad que vives, que es Madrid (risas). Hay momentos en los que te ves completamente como sumido y consumido por la cantidad de movidas que hay pasando todo el rato… es una ciudad en la que, si quieres, puedes no dormir cada día. Últimamente siento que estoy consiguiendo resignificarla y conseguir mi propia rutina. La clave creo que es construir tu rutina, tu "pueblito", tu confort. Es una ciudad en la que tienes que entrenar tu relación con ella porque si no, te puede comer.