Laura Escolar. EduCaixa.
Es arqueóloga pero, como mediadora cultural, cada día tiene que ponerse también la camiseta de la más aplicada estudiante de pedagogía. Y lo borda (con esa voz y esa dicción tan radiofónica). “Nos fijamos cómo hablan los maestros a los niños. Tenemos que tener facilidad de palabra, estar muy atentos para cambiar registro en tal o cual situación, para adaptarnos a las condiciones específicas de cada grupo. Y cada día es una aventura. Pero eso es emocionante. Contar a diario un mismo guion sería muy monótono. Cuanto mayor sea la diversidad de los grupos, mucho mejor”. Y más aún si, como ella -que forma parte de un grupo de una decena de educadores-, haces una media de cuatro visitas guiadas al día. Y ahí caben colegios, asociaciones culturales, familias, personas con discapacidad, universidades…
“Tenemos dos tipologías de visitas. Las que duran una hora y las de hora y media. Las segundas están dirigidas a colegios porque utilizamos muchos materiales relacionados con la exposición… En ‘Músicas en la antigüedad’, después de ubicarles (Egipto, Mesopotamia, Grecia y Roma), sacamos instrumentos actuales y montamos una pequeña orquesta. Resulta la forma ideal de comprender lo que había y lo que hay, cómo han evolucionado muchos de los instrumentos”. Todos los educadores siguen un cuaderno (con muchas notas al pie), un dossier con los materiales y las paradas en las que tiene que centrarse pero durante el recorrido siempre hay margen para la sorpresa. “Recuerdo que para la exposición ‘¡Agón!’ con unos niños interpretamos un extracto de una obra clásica de teatro griego. Dos voluntarios, con la máscara de la comedia y la tragedia, leían un texto mientras los otros, sentados en el suelo, escuchaban atentos. Otros visitantes se quedaron mirar y acabaron aplaudiendo. Fue maravilloso, muy divertido. Acabamos coronando a los intérpretes y todos, al ver la respuesta de ese público ajeno a su clase, se fueron tan contentos…”.