Poco se sabe (y se saborea) en Madrid de la cocina francesa. “Pero si hay varias creperías”, dirá alguno. Correcto, pero eso es como que un francés diga que el cocido es la comida de Madrid, injusto y reduccionista. En este nicho de mercado se mueve Brasserie Antoinette, que ha traído la cocina francesa al centro de Madrid en un restaurante tan chic como un piso de la zona bien de París.
Lo de 'brasserie', que suena tan pomposo, hace referencia a los restaurantes de comida tradicional francesa y cocina ininterrumpida. Antoinette lo cumple, y es que entre tanta elegancia lo que triunfa es el Boeuf Bourguignon, un estofado de buey que hacen las madres y las abuelas francesas en casa desde el principio de los tiempos.
Hay platos más sofisticados, obra del chef Jean-Jacques Payel, como el Mi-cuit de foie gras de pato, casero y servido con chutney de membrillo y brioche. El Oeuf Antoinette, un huevo a baja temperatura con trufa blanca y salteado de champiñones salvajes. Y el Magret de pato, en su punto, importante.
De postre, tienes que probar el homenaje al padre de su cocina, Paul Bocuse, en forma de su tarta tatin. Una sorpresa en sabor y forma. La elabora (como todos los postres) un maestro pastelero. Igual que el café (ojo al de flores) lo sirve una barista, los cócteles un barman y las crepes, galettes y gofres las hace un maestro crepero (las tienen en mucha estima a pesar del tópico). Qué especialización, qué delicadeza, que finura, qué parisino es todo en Brasserie Antoinette.