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Crimen y Telón

  • Teatro
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Crimen y telón
©David Ruiz
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Posiblemente, 'Crimen y telón' sea el espectáculo de Ron Lalá más ambicioso dramatúrgicamente y el que, aventuro, nace de una preocupación más profunda. Articulado a través de una distopía alegórica, Ron Lalá da un paso adelante en planteamiento narrativo y escenográfico, y utiliza su enorme talento para enseñar y reivindicar su arte usando el metateatro. Quizá las risas no se concatenen como en 'Mi misterio del interior', pero la necesidad es tan sincera y la ejecución tan extraordinaria –como siempre– que sin dudarlo cambiamos hilaridad por reflexión. No quieren predicar a los conversos: su objetivo es el gran público. Dan en la diana. Media sala saltando de sus asientos para aplaudir de pie avalan esta afirmación.

'Crimen y telón' bebe de múltiples distopías, pero hay ciertas analogías en la premisa –e incluso el vestuario– con la insólita 'Equilibrium', de Kurt Wimmer, no se sabe bien si por azar o fruto de una inspiración directa. Tanto en la obra como en la película, se plantea que hemos evolucionado hacia un mundo en el que el arte y los sentimientos están prohibidos. En 'Equilibrium', la resistencia protege la 'Gioconda' hasta que el clérigo Preston y su compañero, el clérigo Partridge, los detienen y destruyen el cuadro. En 'Crimen y telón', el detective Blanco y el detective Noir investigan lo que parece ser el asesinato del Teatro. El cadáver desaparece misteriosamente de la escena del crimen, un escenario abandonado. Y a partir de ahí, Ron Lalá despliega las alas del ingenio y nos regala su humor, apuntalado en versos, referencias  poéticas y teatrales –múltiples, apabullantes, cómplices–, canciones de su puño y letra y algún que otro experimento técnico, como el teatro de sombras, que aunque no sale redondo, está bien arropado por los arreglos musicales y el ritmo de la función.

La investigación como hilo conductor necesita el refuerzo que se le da a lo largo de la función, para que no se pierda el público entre digresiones; en rigor, el crimen es más una excusa para estructurar el mensaje y dar pinceladas del mundo imaginado por Ron Lalá que una intriga como tal. También hay pasajes en los que resulta complicado entender qué es lo que nos están contando, como la propia historia del teatro, que queda opacada por unos, ahora sí, hilarantes Álvaro Tato e Íñigo Echevarría como musas-olas. Daniel Rovalher compone un Teatro-Arlequino muy bien sostenido; Miguel Magdalena, desde un lugar discreto, maneja la parte musical; y el protagonista, Juan Cañas, configura un Noir exacto. Sabemos lo justo del arquetipo para que queramos que se convierta en personaje. Lo mejor, como siempre, la calidad musical y la capacidad de sorpresa lingüística, marca de la casa; es mejor no desvelar nada de lo que pueden ingeniar estos hijos de musa.

Ron Lalá son garantía de calidad, como las estrellas Michelín. Esta vez, además, parece que han apostado por compartir una de las preocupaciones más acuciantes de todos aquellos que decidieron dedicar su vida al escenario y que contemplan, con desolación, la agonía del padre del cine y la televisión. 'Crimen y telón' es, en el fondo, una declaración de intenciones y un panfleto pedagógico: Ron Lalá sabe que puede extender su mensaje más allá de la profesión, y parecen decididos a hacerlo. Gracias.

Autor: Compañía Ron Lalá. Director: Yayo Cáceres. Intérpretes: Yayo Cáceres, Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Fran García, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher.

Escrito por
Pilar G. Almansa

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