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El traje

  • Teatro
  • Teatro de la Abadía, Chamberí
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El traje (Teatro de la Abadía).
El traje (Teatro de la Abadía).
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

Con el extrañamiento típico de las obras de Cavestany, Javier Gutiérrez y Luis Bermejo encarnan la desesperación y la bajeza moral de una sociedad en crisis

El centro comercial es una de las escenografías más transitadas de nuestra época, un espacio donde todo está al servicio del impulso consumista, a veces extremado por las circunstancias. Pero ese icónico decorado tiene una parte trasera que no solemos ver, a no ser que seamos trabajadores del lugar. Esa trasera sin brillo, fría, desangelada, es precisamente el escenario en el que discurre esta obra de Juan Cavestany que se escribió al calor coyuntural de la crisis de 2008, y que se montó poco después y pudimos ver en Madrid en el entonces teatro Galileo, hoy Quique San Francisco. ¿Tiene sentido recuperar esta obra? ¿Estamos en otro momento 15 años después de aquella crisis? Creo que, como ocurre con la propia interpretación de los dos actores, la cosa se ha extremado. 

Al mercado le interesa que seamos funambulistas sobre el filo del abismo

Las crisis ya no se superan, sino que se incorporan a la vida como paisaje de fondo. Al mercado le interesa que seamos funambulistas sobre el filo del abismo, porque así es más fácil incidir en nuestras voluntades. Pero claro, nos vamos poniendo nerviosos, la incertidumbre nos corroe y las sociedades terminan entregadas a los extremos. Javier Gutiérrez y Luis Bermejo encarnan a dos hombres al límite. El primero es un negociante de tercera que solo sabe medrar a base de cometer delito de cohecho, por eso estaba buscando un traje en el centro comercial, el primer día de rebajas, para luego regalárselo a algún otro hombre dos o tres peldaños por encima capaz de darle las migajas de algún negocio tan turbio como suculento. Gürtel style. El segundo es un agente de seguridad del centro comercial, un hombre solo que busca desesperadamente un amigo, una vida triste que acelera hacia la violencia en un abrir y cerrar de ojos. 

La obra arroja una lectura del mundo demasiado oscura

Tanto Gutiérrez como Bermejo entran en escena ya con un nivel de energía bastante alto, que no podrán dejar caer para no dejar caer el tour de force que supone su enfrentamiento dialéctico y físico. La obra plantea la típica situación límite y su desarrollo se da entre lo cómico y lo espeluznante. Un poco pasados de rosca, quizás, los actores sudan la camisa, literalmente, para dibujar una convivencia imposible entre gente desesperada, alentando la idea troncal del individualismo contemporáneo. Los seres humanos somos cuerpos celestes en nuestras órbitas, solo pendientes de nuestro recorrido, y las interacciones con otros son choques tectónicos. En ese sentido, la obra arroja una lectura del mundo demasiado oscura; no sabemos si el guiño cómico que late todo el rato tras el argumento, la sinrazón que afloja y te lleva a la risa, es la única vía de escape o un residuo que habla de que algún día fuimos gente más normal. 

Autor y director: Juan Cavestany. Intérpretes: Javier Gutiérrez y Luis Bermejo.

Escrito por
Carlo Ferri

Detalles

Dirección
Teatro de la Abadía
Fernández de los Ríos, 42
Madrid
28015
Transporte
Quevedo (M:L2), Canal (M:L2, L7) e Islas Filipinas (M:L7) | Autobús: líneas 2, 16, 37, 61 y 202 | Vehículo propio

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