Antes de empezar, creo importante remarcar que no nos encontramos ante ninguna 'versión' de ningún clásico. Rafael Álvarez 'El Brujo' usa como excusa algunos de los mitos que se narraban en las tragedias griegas, con especial dedicación a Edipo, para hilvanar una suerte de stand-up comedy con más teatralidad de la habitual y un objetivo claro: meterse al público en el bolsillo.
Lo consigue desde el minuto 1 porque El Brujo tiene más tablas que una carpintería. Da igual que sea verdad o no que se le olvida el texto, da igual que esté improvisando o que lo tenga todo muy medido: sabe estar encima de un escenario, con una agilidad mental, física y verbal extraordinarias. El Brujo y su oficio son el hilo conductor perfecto para que, a través de las risas, cualquier persona empiece a ver como algo un poco más cercano lo que, a priori, parece muy alejado de nosotros, los famosos clásicos.
De hecho, el principio del espectáculo es brillante, y hasta bien avanzado el mismo (lo que él denomina prólogo) nos tiene embelesados con su buen hacer. El problema llega cuando la cosa se pone seria: ahí baja un poco la intensidad escénica, aunque suba la narrativa. No acaba de sostenernos ni de cerrarnos bien el discurso sobre la tragedia, a pesar de sus lecturas de Steiner y Nietszche. Esa falta de cierre es el punto débil del espectáculo.
Por lo demás, hay que ver al Brujo en escena. Lo que hace él es muy difícil, y muy pocos pueden sostenerlo. Corran, se agotarán las entradas.
Autor: Esquilo. Versión: Rafael Álvarez 'El Brujo'. Reparto: Rafael Álvarez 'El Brujo'.