Cuando uno asiste a una representación de cualquier comedia isabelina o del Siglo de Oro, no puede evitar que uno de los factores más importantes en la recepción, la sorpresa del argumento, haya desaparecido. Todos sabemos, en esencia, lo que ocurre en 'La dama boba', 'Mucho ruido y pocas nueces' o 'La tempestad'. Por eso, este magnífico ejercicio de estilo de Alfredo Sanzol tiene la virtud de hacernos redescubrir la magia de este teatro, lleno de convenciones escénicas y recursos de construcción de enredos. Sanzol consigue que volvamos a sentir el placer de saber lo que va a pasar, de sentirnos espectadores inteligentes, y sorprendernos a la vez con una forma, un giro, un requiebro inesperado, aunque absolutamente familiar.
Y es que 'La ternura' es un inmenso guiño al público contemporáneo, tanto al que sabe de teatro como al que no. Para los expertos hay hasta un juego metateatral: estar atentos a los 14 títulos de comedia shakespeareana salpicados en el diálogo. Para los no asiduos al patio de butacas, hay una revisión de los roles masculino y femenino que, sin llegar a plantear una visión feminista completamente libre de clichés (las damas, ya se sabe, se asustan más de las espadas... aunque los hombres, aparentemente, nunca hablen del tamaño de sus genitales cuando están a solas), sí tiene voluntad de equilibrar. Sanzol, en ese sentido, se imbrica en la ingenuidad y el optimismo del género: son los sentimientos los que guían a las personas. Un mensaje hermoso que levanta al público del asiento.
'La ternura' se disfruta mucho. Los actores son magníficos, su tempo cómico es espectacular, funcionan como elenco, da gusto verlos. La puesta en escena solo está vestida con ropajes de época: apenas tres troncos y cuatro o cinco objetos completan la utilería (hay cierto desajuste, hemos de apuntar, en lo referente a los objetos mimados, en ocasiones no sabemos por qué algo es físico y por qué, a continuación, otra cosa ha sido contemplada como un elemento imaginativo). Hay algunos ejercicios interpretativos propios de virtuosos. Uno sale pensando que la vida merece la pena. Vayan a verla, es un gran broche de temporada.
Texto y dirección: Alfredo Sanzol. Intérpretes: Paco Déniz, Elena González, Javier Lara, Natalia Hernández, Eva Trancón y Juan Antonio Lumbreras