Nathalie Poza, por Elena C. Graiño
Nathalie Poza, por Elena C. Graiño
Nathalie Poza, por Elena C. Graiño

Nathalie Poza: "Marilyn Monroe ha sido una inspiración para abordar la fragilidad de Blanche Dubois"

Hablamos con la actriz sobre este nuevo montaje del clásico de Tennessee Williams, que llega en junio al Teatro Español

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Es uno de esos personajes que toda actriz quiere interpretar alguna vez en su vida, la mítica Blanche Dubois de Un tranvía llamado deseo. Junto a Pablo Derqui de nuevo, con quien ya compartió escenario hace unos años en la obra Desde Berlín que dirigió Andrés Lima, Nathalie Poza protagoniza este nuevo montaje sobre el clásico de Tennessee Williams que llega al Teatro Español el 12 de junio. Es difícil sacarse de la mente la referencia de la película que encumbró a Marlon Brando como Stanley Kowalski, una actuación que según el propio Pablo Derqui lo cambió todo para siempre en el trabajo del actor, y a Vivien Leigh como su cuñada Blanche Dubois, pero esta tentativa dirigida por David Serrano dialoga con el presente y demuestra hasta qué punto Williams se adelantó a su tiempo.

¿Qué tal este reencuentro con Pablo Derqui, que no os veíais, si me permites la broma, Desde Berlín?

Que también era una obra muy tranquilita aquella, sí… (risas) Y creo que Caroline, el personaje que hacía en Desde Berlín, tenía algo parecido a Blanche, también era muy fantasiosa. Es curioso, parecen distintas reencarnaciones. Allí estaba también el alcohol, la prostitución… me parece que la próxima que haga con Pablo va a tener que ser Paseando a Miss Daisy (más risas).

Un tranvía llamado deseo es una de esas obras que actores y actrices hacéis siempre en las escuelas de interpretación. ¿Qué tiene que es tan adecuada para aprender a hacer teatro?

Es una de esas obras que están escritas para que tú, como actriz, puedas construir mucho. Si te pones en serio, el Tranvía no te la acabas nunca. Detrás de cada palabra hay un millón de cosas. Cristina Rota nos decía siempre que si no sabes de tu personaje, mira a ver qué dicen los demás personajes del tuyo en la obra. Eso no siempre pasa, hay que escribir muy bien, y aquí eso está. A Blanche podrías hacerla solo con lo que los demás personajes dicen de ella. Si además le añades su propia versión de su vida y de sus circunstancias, es poliédrico, caleidoscópico e inagotable. Entonces, tanto para trabajar en la escuela como para hacerla como profesional, este personaje es un sueño. Por eso yo también quería trabajar este texto, entre otros muchos, de Ibsen, de Chéjov, de Shakespeare… pero Williams tiene un lenguaje muy cercano, muy reconocible, y encima tiene una cosa flipante,
que eso yo en la escuela no lo trabajé tanto, que es la poesía que hay en el texto, porque si además quieres jugar a encontrarle una música, un ritmo, también lo tienes, puedes hacerlo todo.

Es una de esas obras que están escritas para que, como actriz, puedas construir mucho

Entrar en una obra de Tennessee Williams es también entrar en él mismo, porque todos sus personajes tienen algo de él.

Yo ahora me estoy leyendo unas memorias suyas, por puro placer, que no lo hice durante el proceso de ensayos porque bastante tenía, y no paro de encontrar cosas que disparan mi subconsciente, porque es que es así, lo encuentras a él en cada detalle del personaje.

Él publicó una autoentrevista en la que se preguntaba a sí mismo, fíjate la ironía del juego, que si es que no había conocido a personas buenas y agradables en su vida, porque todos sus personajes son volcánicos.

Yo una vez le vi en una entrevista que le hicieron y le decían que todos sus personajes son muy trágicos y se enfadaba mucho, con razón, hablaban de Blanche precisamente como una loca, eran tremendos los adjetivos, y se los decían a la cara, y él se revolvía y decía: espero que lo que he escrito sea mucho más que eso, porque lo que es Blanche es una mujer compleja, como usted y como yo. Cuando hay complejidad, es un placer para una actriz meterse ahí.

¿La historia ha sido injusta con Blanche, en el sentido de que se ha terminado simplificando, reduciendo a un carácter simple, a una loca?

Sí, con Blanche, con Stanley, con Stella… con todos los personajes de la obra. Yo recuerdo cuando leíamos al principio el original de la obra en inglés, que Blanche tiene… iba a decir monólogos, pero no son monólogos, son ausencias donde ella se dispara, y en la cuarta escena vimos que había una lucidez extraordinaria, cuando intenta sacar a su hermana de esa casa y le habla del marido que tiene, que la acaba de hostiar estando embarazada, y hace una definición de ese tipo de hombre. Claro, desde la mujer que soy yo hoy, con mi propia experiencia con la violencia masculina, que es la que tenemos todas las mujeres en mayor o menor medida, con la que está cayendo, tú traduces ese texto literalmente y hay trozos que parecen sacados del libro La política sexual de la carne, de Carlo J. Adams. Habla del canibalismo, habla de primates, de cómo se está aniquilando todo lo que está empezando a florecer en un ser humano ilustrado que tiene que ver con los afectos, con la ternura, con la compasión, es un alegato feminista que está a la orden del día.

Cuando hay complejidad, es un placer para una actriz meterse ahí

Bueno, esa escena es la definición perfecta de algo que entonces ni se había nombrado, que es la sororidad…

Claro, es que yo, al ponerle voz y cuerpo a ese texto, lo hago desde mí, entrando en el juego de esta mujer, pero hay algo inevitable que tiene que ver con la mujer que yo soy y ahí a quien tengo delante es a María Vázquez (que hace el papel de Stella). Al principio sentía que en esa escena yo pisaba muy fuerte, literalmente, y vino Carla Diego para ayudarnos con el movimiento escénico y me dijo: no te preocupes, hay momentos en la vida en los que una es etérea, pero de repente uno pisa fuerte el suelo. Pues aquí Blanche pisa más fuerte y luego se vuelve a vaporizar.

Al revisar la obra, a mí me llamaba la atención hasta qué punto es un retrato tan certero de la violencia machista, algo que cuando se escribió, en 1947, no era precisamente una preocupación social, no pasaría de ser un sentimiento sin nombre que se vivía de piel hacia dentro.

Claro, las propias mujeres lo hemos tapado por vergüenza, por miedo, y todo parecía normal y hasta te olvidas y sigues con tu vida, que es lo que dice el personaje de Eunice al final de la obra, las cosas se tienen que quedar como están. Hay algo en el texto que invita al silencio, al silencio femenino. Y toda la ambigüedad que hay ahí invita a discutir hoy mucho y estoy seguro de que la gente va a discutir igual que hemos discutido nosotros en los ensayos. Pero hay algo que a mí me parece importante decir: de la misma manera que Blanche confunde el amor con la desgracia, está servida también la posibilidad de que Stella confunda el amor con el daño, como ha pasado siempre y sigue pasando. No se trata de estigmatizar a nadie, pero hay un asunto en el Tranvía que tiene que ver, lógicamente, con el deseo. Hemos estado muy confundidas con la cuestión del deseo personal, y cuando hacía la obra en la escuela no sabía ni por dónde me daba el aire. Ahora entiendo mucho más donde colocan el deseo estas mujeres, incluso los hombres, hasta el propio personaje de Mitch que hace Jorge Usón tiene un lío tremendo con el deseo, que tiene los cojonazos de decidir cuándo Blanche es pura y cuándo no para presentársela a su madre.

Hay algo en el texto que invita al silencio femenino

¿Qué más has descubierto de Blanche ahora, con tu edad, con tu experiencia, que ni oliste cuando eras una estudiante de teatro?

Bueno, Blanche tampoco es inocente, enarbola banderas que ella misma contradice, habla de la ternura y del afecto cuando ella es súper cruel consigo misma. Esa es la riqueza del personaje y de toda la obra. Y luego, Blanche tiene algo de actriz del Hollywood dorado, de esos años 30 y 40. Y yo me he inspirado mucho en Marilyn Monroe para acercarme a Blanche, porque siempre me ha conmovido profundamente y porque hacía siempre algo que hace Blanche, esto de no salir, de no mostrarse ante los demás, hasta que ella considera que está preparada para ello. Marilyn lo hacía igual, cuando se mostraba al exterior tenía que ser la mujer más fascinante del universo. Y todavía la idealizamos, cuando era una mujer que sufría muchísimo, igual que Blanche que se tira 16 horas en el baño -cosa que entiendo porque también yo me doy baños de agua caliente para calmar los nervios-, y se muestra ante el otro para fascinarlo y que la quieran. Por eso Vivian Leigh está tan impresionante en la película, esas mujeres entendían muy bien lo que significa ese momento de salir y decir aquí estoy, soy fascinante, sabiendo que por dentro igual se sentían muy desgraciadas.

Me he inspirado mucho en Marilyn Monroe para acercarme a Blanche. Hacía siempre esto de no salir, de no mostrarse, hasta que considera que está preparada
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