De genios incomprendidos, amargados, fracasados y vendidos está llena la historia del arte, y ellos, como arquetipo romántico, suelen ser jugosos epicentros para historias que cabalgan entre lo mítico y lo documental. Es el caso de 'Rojo', un texto que nos cuenta la famosa anécdota de los murales Seagram, el primer encargo que recibió el pintor Mark Rothko. Consistía en una serie de cuadros para decorar el restaurante Four Seasons, propiedad de Philip Johnson. Rothko, al visitar el restaurante, decidió retirar sus cuadros de él... ¿Por integridad? ¿Porque no consiguió arruinar las opíparas cenas de los amos del mundo? ¿Por un ataque de rabia? Con certeza nunca lo sabremos.
Y hacer suposiciones sobre esta anécdota es la excusa para realizar un recorrido, a veces superficial, a veces brillante, sobre la relación intergeneracional entre el ayudante de Rothko (Gómez), un pintor primerizo, y el artista consagrado. Su vínculo pasa por el propio cuestionamiento sobre la función del arte y del artista, la pregunta sobre su verdadera misión en el mundo; ahí es donde encontramos la herencia romántica en el planteamiento del texto. Más allá de que la decisión de Rothko fuese real, la sucesión de razonamientos que magistralmente defiende Juan Echanove nos induce a considerarlo el último hombre bueno, el que no se vende, el Robin Hood del arte que con sus cuadros oscuros va a robarles la alegría a los más ricos para dársela a los más pobres.
El montaje es impecable técnicamente. Desde una escenografía corpórea que desde la inmovilidad es capaz de añadir dinamismo visual, hasta el uso de la luz, consiguiendo magia con la antipatía que despiertan los fluorescentes. La música acompaña, entra y sale en el momento justo, nunca sobra, nunca toma protagonismo. Al que todavía vemos que le faltan tablas, literalmente, es a Gómez, que defiende con convicción y energía su personaje de admirador-ayudante, pero que no colorea el texto, quedándose en un sonsonete que en numerosas ocasiones va en contra de la debilidad. Como está comprometido con la función, lo pasamos por alto, pero su debilidad está ahí. Nada que no pueda solucionarse con el tiempo.
Si os gusta el arte contemporáneo y alguna vez os flipasteis con 'La palabra pintada', de Tom Wolfe, esta es vuestra función.