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Tres sombreros de copa

  • Teatro
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Tres sombreros de copa
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Cuánta ternura puede caber sobre las tablas del María Guerrero... Este montaje de 'Tres sombreros de copa' está hecho con muchísimo amor, un enorme respeto al texto y un cuidado extremo por todos los detalles. Desde el maravilloso vestuario de Mireia Llatge hasta una escenografía versátil y onírica, pero sin alharacas, de Alfonso Barajas, todo en esta puesta en escena está pensado para favorecer a los actores y al texto.

Y funciona. La obra de Miguel Mihura no solo no ha perdido vigencia formal, sino que, por el contrario, suena rabiosamente actual en sus giros lógicos, en sus juegos de palabras, en sus situaciones absurdas e incluso en las más duras –como la escena del Odioso Señor con Paula. Off topic: qué escalofrío al ver que hay pocas cosas que han cambiado–. Natalia Menéndez, la directora, ha trabajado para permitir que el texto florezca y brille en plenitud, y lo consigue gracias a una puesta en escena completamente al servicio del texto en el mejor de los sentidos, y una magnífica elección de reparto.

Porque en los actores reside la posibilidad de hacer grande 'Tres sombreros de copa'. Pablo Gómez-Pando (Dionisio) tiene la comedia en el cuerpo: le da sentido y ritmo a cada una de las réplicas que, en el caso de muchos espectadores, tan bien conocemos, pero que gracias a él consiguen volver a sorprendernos. Laia Manzanares va ganando profundidad a medida que se desarrolla el espectáculo, y es solo en las últimas escenas donde cobra su auténtica dimensión, aunque sin variar de registro: el propio Mihura es el que conduce el absurdo a la tragedia. El resto del reparto es compacto, brillante y feliz: desde una Tusti de las Heras (Sagra) bailando de manera imposible junto a César Camino (El Cazador Astuto), hasta Manuel Moya (El Guapo Muchacho) con un momento de gloria cuando la panda de faranduleros se va a ver amanecer. María Besant (Fanny) vuelve a confirmarse como un valor seguro en cualquier montaje. Mariano Llorente (El Odioso Señor) responde dignamente al nombre de su personaje. Arturo Querejeta (Don Sacramento) habla de Rubén Darío cuando es pertinente, y cuando no, defiende como nadie el estado de ánimo de su hija. Todos están, en definitiva, fantásticos.

Paradójicamente, hay cierta inexactitud o falta de sintonía en el código interpretativo común. La búsqueda de la estilización (un desenfado estirado, incluso ilógico a veces con el desarrollo de la escena) no es homogéneo ni en todos los actores ni en todas las escenas. Gómez-Pando, por ejemplo, hace verosímil cualquier hipérbole, mientras que en la escena de Malcolm T. Sitté (Buby) con Laia Manzanares (Paula), la danza permanente del primero y la aparente indiferencia de la segunda son muy formales y no están integradas ni son orgánicas. El objetivo se ve, aunque no molesta que no se haya logrado. 

En resumen, esta es una apuesta imperdible del CDN, que llega con mucho menos bombo y platillo que otros espectáculos esta temporada, pero que sin duda merece una visita en grupo.

Texto: Miguel Mihura. Dirección: Natalia Menéndez. Intérpretes: Óscar Alló, Roger Álvarez, María Besant, César Camino, Lucía Estévez, Cayetano Fernández y Pablo Gómez-Pando.

Detalles

Dirección
Precio
11-25 €
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