Opacitas. Velar la transparencia, en el Museu Tàpies hasta el 28 de septiembre, ofrece un recorrido inmersivo por la obra de Anna Malagrida (Barcelona, 1970), que investiga los límites entre interior y exterior a través de la fotografía, el vídeo y la instalación. Su trabajo se centra en espacios liminares que unen y separan, tensionando oposiciones como ver y ocultar, habitar y observar. Con una mirada polisémica, Malagrida rehúye las interpretaciones unívocas, abriendo espacios de reflexión donde el espectador puede adentrarse en la complejidad visual y conceptual de sus piezas.
Sus imágenes, a menudo con una textura pictórica y una estética ambigua, captan huellas, rastros y gestos efímeros que remiten a momentos pasados, tensiones sociales o a la acción del tiempo sobre el espacio. Una obra destacada es Vitrines. Boulevard Sébastopol (2009), una serie fotográfica que muestra escaparates comerciales clausurados en París, cubiertos con el característico blanco de España. Esta capa pictórica impide ver el interior y transforma los cristales en superficies abstractas que evocan lienzos modernos. La obra reflexiona sobre la crisis económica y la transformación del paisaje urbano, jugando con la dualidad entre lo que se oculta y lo que se muestra.
El trabajo de Malagrida trasciende los límites de la fotografía convencional para convertirse en una experiencia sensorial y simbólica. Sus obras, a menudo marcadas por acciones mínimas como limpiar, pintar u observar, transforman espacios cotidianos en escenarios de pensamiento crítico. Así, la artista invita a mirar la ciudad y el paisaje construido desde una perspectiva renovada, evidenciando la vulnerabilidad, la resistencia y la posibilidad de reconstrucción tanto del individuo como de su entorno.