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Antoni Tàpies. Certeses sentides

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Antoni Tàpies. Certeses sentides
Antoni Tàpies. Certeses sentides
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3 de 5 estrellas

Decir Tàpies es invocar las letras T -como la inicial de su apellido y del nombre de su compañera Teresa-, o cruces, que también pueden girarse y convertirse en X de formas y tamaños diversos. Decir Tàpies es, a la vez, apelar a pies, calcetines, zapatos, huellas. Tàpies también es silla, ojos y gafas, o enigmáticas letras y cifras entre huesos, cráneos y un puñado de objetos cotidianos.

A principios de los años 90, poco después de inaugurar la fundación que lleva su nombre, el artista desarrolló un conjunto de obras a partir del textil sintético que utilizaba para cubrir y proteger el suelo de los estudios de Campins y Barcelona. Tàpies recuperó material de desecho y transformó viejas telas, arañadas, rasgadas, pisadas y con salpicaduras, en lienzos idóneos para desplegar, con barniz, collage y pintura plástica, su particular repertorio icónico. Impulsado por el interés constante en la búsqueda de materiales y técnicas, decidió trabajar por primera vez con estas ropas de uso industrial que son especialmente frágiles, con fuerza irregularidades y ondulaciones; un soporte en el que representó toda una serie de imágenes, lugares comunes de su producción, que quedaron estampadas como un manifiesto o un testamento artístico. En 1991, Manuel Borja-Villel, entonces director de la Fundación, reunió cerca de una veintena de estas obras en la exposición 'Certeses sentides', con la idea de mostrar la firme convicción del artista con su arte.

Ahora, 28 años después, el espacio recupera aquella colección, ampliada con algunas piezas que habían quedado excluidas y con una serie de esculturas de bronce y tierra chamoteada de la misma época, una compilación que es como una hoja de ruta para transitar por la obra tapiana, sobrevolada por una cierta melancolía con las habituales referencias al paso del tiempo, la enfermedad, el dolor y la muerte.

Escrito por
Aina Mercader

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