Una revisión con detalle de la arquitectura realizada en los últimos cien años debe permitirnos aprender de aquellos proyectos que han sabido renovar la arquitectura así como dotarla de nuevos horizontes. Esta propuesta, que Cataluña presentó en la Bienal de Venecia de Arquitectura y que, a partir del 21 de mayo podrá verse en Fabra i Coats – Centre d’Art Contemporani, no es un intento de volver al pasado, antes lo contrario, supone una firme voluntad de reconocer, valorar y reformular la especificidad de las arquitecturas locales en contraste con la arquitectura global y franquiciada imperante en los últimos años, mostrando ejemplos de una forma de hacer que sabe actualizar una tradición viva, proyectándola hacia el futuro.
El punto de partida de este proyecto, comisariado por Josep Torrents i Alegre y con el comisariado adjunto de Guillem Carabí Bescós y Jordi Ribas Boldú, es la casa Bofarull (1913-1933), una de las obras fundamentales de Josep Maria Jujol (1879-1949). En la manera de trabajar del arquitecto tarraconense puede identificarse una actitud rastreable en muchos proyectos construidos a lo largo del último siglo, basada en un intenso diálogo con las preexistencias (físicas y no), que permiten desarrollar un proyecto que incluye y mezcla los elementos nuevos y los existentes, del mismo modo que el esqueje se injerta en el árbol.