La exposición Conxa Sisquella, sinfonías de colores, disponible en la Fundació Felícia Fuster hasta el 18 de julio, reúne una veintena de pinturas y grabados realizados entre los años ochenta y principios de los noventa, una etapa de gran madurez creativa de la artista. La obra de Sisquella destaca por una profunda exploración cromática, donde matices, saturaciones y contrastes se funden en una experiencia sensorial y poética. Las texturas, a menudo sobre soportes como arpillera o algodón, incorporan fragmentos textiles cosidos que intensifican su fuerza expresiva.
Conxa Sisquella i Planas (Centelles, 1920 – Barcelona, 1996) se formó en Barcelona y se dio a conocer en salones como el de Octubre o el de Mayo. Influida por el expresionismo abstracto y el arte informalista, evolucionó hacia un lenguaje propio marcado por el color y la materia. Su viaje a EE.UU. (1969-70) supuso una renovación artística. A partir de los años setenta, el gesto y la textura ganan protagonismo, mientras que en sus últimos años su obra se vuelve más geométrica y austera, en contraste con el estallido cromático anterior.
En la muestra, series como Blava, Sinfonía en rosa o Transparencia en rosa y verde ejemplifican su capacidad de conmover con una pintura íntima, libre e intensamente expresiva. Esta exposición rinde homenaje a una artista singular y reivindica su aportación esencial al arte catalán del siglo XX.