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El Prodigi

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Time Out dice

3 de 5 estrellas

Me resisto a ver esta exposición como el que sus organizadores dicen que es, un moderno gabinete de curiosidades. Del mismo modo, odio más el Cirque du Soleil que el casposo, deprimente y aterrador mundo del circo tradicional. No. Los gabinetes de curiosidades huelen a humedad y polvo, siempre en el umbral de la putrefacción. Y la exposición de Artur Ramon Art es exquisita pesar de tres o cuatro animales disecados, de entre los cuales el famoso gorila que albergaba el Museo Pedagógico y taller de taxidermia de la plaza Real.

Artur Ramon tercero y Pablo Milicua segundo han ingeniado una mezcla de objetos exquisitos, grabados y obras de arte de creadores posmodernos como Carlos Pazos, Evru, Marcel·lí Antúnez... y el mismo Milicua. Un Joan Ponç junto a un anacoreta grabado por Fortuny -pieza única–, un delicioso autómata acróbata de mediados del siglo XIX, obra de Jean-Eugène Robert-Houdin, bajo una vista del claustro de Montserrat, de Laborde, del techo del cual colgaban, mira por donde, cocodrilos disecados. Dalí, Piranesi, Giuseppe Crespi, Ramon Amadeu, falsas máscaras en formol de Antúnez, psicofetitxes de Evru, láminas de naturalista y una gran imagen lenticular donde se alternan los rostros de Salvador Dalí y Marcel Duchamp... una celebración de la teoría de las correspondencias, poetizada por Baudelaire y teorizada por el grupo surrealista.

Una exposición de este tipo, por otra parte, sólo es comprensible en un establecimiento con el pedigrí de Artur Ramon. El MACBA no se atreverán nunca. En una galería de arte contemporáneo no tendría sentido. Y en un anticuario menos cualificado pecaría de artificiosa. Tan sólo echo de menos unos cuantos cadáveres de mosca -de plástico, claro- distribuidos de forma aleatoria tras las vitrinas.
Escrito por
Ricard Mas

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