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Joan Ponç. L'enigma

  • Arte, Arte contemporáneo
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Antes que nada quiero decir que la obra de Joan Ponç me fascina. La cabeza de demonio colorista con un solo cuerno, de finales de los 40, que sirve como cartel de la exposición y acumula parte de la simbología ponciana, parece un autorretrato y me recuerda la cita de Montserrat Roig: "El pintor Joan Ponç tiene cara de demonio de capitel medieval". Y es que las siluetas diabólicas son una constante. Ya hemos entrado en su mundo, bienvenidos, un espacio onírico, lleno de magia y misticismo. Estructuras humanoides, ensamblajes imposibles (entre hombres-animales-objetos) y anatomías fantásticas: pene de enormes dimensiones de donde nacen peces, ojos y espirales, en escenografías nocturnas y fantasmagóricas.
Ponç (Barcelona, ​​1927 - Saint Paul de Vence, 1984), uno de los fundadores del grupo vanguardista Dau al Set junto con los pintores Modest Cuixart, Antoni Tàpies y Joan Tharrats, el poeta Joan Brossa y el filósofo Arnau Puig, vivió casi dos lustros en Brasil y ha sido uno de los grandes olvidados de su generación, a pesar de la interesante producción. De hecho, él decía: "Soy un pintor maldito y estoy feliz de serlo". Pero, por fin, en otoño de 2017, La Pedrera lo sacará de la sombra y le dedicará una retrospectiva.
'L'enigma', que acoge diecisiete obras, entre pinturas y dibujos de los años 1947-1968, puede servir como aperitivo para adentrarse en el universo ponciano o descubrirlo: qué suerte poder verlo por primera vez! Diría que falta un no-sé-qué que termine de poner la guinda en esta muestra, donde un paisaje del Bruc -aquí vivió unos años- comparte sala con los bellos figurines del ballet de Antonio Gades. Pero, no importa, hay que celebrar que la Mayoral haya decidido ahora a exponer de nuevo. Es siempre maravilloso y estimulante contemplar un Ponç.

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