Time Out en tu buzón de entrada

Buscar
Lita Cabellut

Lita Cabellut, la rockera de las rodilleras

La artista gitana nos explica cómo se lo monta para hacer cuadros tan grandes

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
Publicidad

Lita Cabellut nació en los bajos fondos de Barcelona -que en los años 60 eran muy bajos - y pasó su infancia pidiendo limosna entre la Boqueria y el Port Vell. Sus primeras pinturas eran retratos de proxenetas y prostitutas que había visto cuando era una niña. Ahora, acomodada y residente en Holanda desde hace mucho tiempo, todavía conserva la energía gitana de su infancia: "Antes que pintora, soy una rockera".

¿Por qué lo dices?

Imagínate: el taller es territorio prohibido para mis presuntas citas, porque tengo una pinta horrorosa. Llevo un corsé muy apretado, porque cuando pinto hago unos movimientos que son pura modern dance, y tengo que protegerme las rodillas para poder derrapas sin lesionarme. Tengo 51 años, y hay cosas que ya no puedo hacer sin precauciones. Pero los hombres no lo entenderían.

¿Se puede hacer un arte tan salvaje en un taller lleno de asistentes?
Necesito tener gente que me eche una mano. Hace años que creé mi materia artística, y es laboriosa: colores, tiza, pigmentos, fase de secado... Tengo dos personas que trabajan en el proceso. Y un aprendiz, que es mi hijo mayor, un street artist de raza. Él me prepara los colores mientras yo descargo la furia.

Si hiciéramos caso de lo que dices, parecería que tu arte es abstracto. Y no, es figurativo.
Porque me pienso mucho las cosas antes de pasar a la acción. La serie que veréis en el espacio VolArt me rondó la cabeza durante cinco años. Y hace siete que investigo para hacer otra sobre la esquizofrenia. Pero cuando pinto es estilo libre.

¿Cuándo decides que estás preparada para empezar?

Es como cuando toses, o cuando te levantas y dices "coño, ¿qué hago yo de pie?". Un día me despierto y me doy cuenta de que ha llegado el momento.

Has retratado a personajes como Chaplin, Freud o Coco Chanel.

Hablar de gente conocida es una manera de forzar al público a mirar. Con la historia de Coco, ves que un pasado oscuro, sucio y apestoso se puede convertir en una obra de absoluta belleza y lujo.

Este es tu caso, ¿verdad?
Sí. Nunca he llegado a compensar mi retraso en los estudios, y soy disléxica. Pero tuve la suerte de que una familia burguesa me adoptó. Ellos me lo dieron todo. Cuando dije que quería ser pintora, me pusieron un profesor de dibujo y me llevaron a los grandes museos.

En el Prado conociste a Goya, tu gran referente.

Al principio me daba miedo. Me gustaban las salas de Velázquez y Rubens. Pero en las de Goya no quería ni entrar. Porque lo que había me recordaba demasiado a mi. A medida que fui creciendo entendí de dónde venía este rechazo. Y ahora pagaría por pasar un minuto con él.

Es uno de los referentes de la exposición que veremos en VolArt, ¿no?

Esto de la 'Trilogía de la duda' responde a tres elementos que forman parte de nosotros: el poder, la injusticia y la ignorancia. Para explicar estos conceptos, he tomado, primero, el Papa de Velázquez, que es la imagen del convencionalismo. En segundo lugar, Goya, que es la impotencia y el esfuerzo, y el hecho de sobrevivir al momento histórico. Y, en tercer lugar, El Bosco, que es quien lo muestra todo como una fantasía, que dice que la locura empieza muy cerca, en nuestras casas.

¿Es lo mismo hacer un retrato de Chaplin que de 'Inocencio X'?

En los dos casos los protagonistas somos nosotros. Hay una cosa que tengo muy clara: todo lo que he conseguido en la vida, y es mucho, porque soy muy feliz, lo tengo gracias a la gente que se ha preocupado por mi. Necesitamos gente así. Ahora estoy montando una fundación para niños huérfanos. Quiero que tengan las mismas oportunidades que tuve yo.

Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad