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En una esquina de la plaza Benll-lloc, el rectángulo de bares de moda, encontrará una barra de tapas tradicionales -más buenas que las de Los Padules, la memoria idealizada- con una elección de vermuts y vinos comisariados con ojo clínico y precios de amigo. Lo petan: un jueves por la noche, el gerundense -de lector fiel de Godó a juventud 'mulletià'- sabe que por 15 euros, fiesta asegurada. Cocina abierta y ollas haciendo chup-chup, todo casero: se hace evidente al primer bocado.