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Barcelona lo quiere todo de Sufjan Stevens

Escrito por
Marta Salicrú
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Al final del concierto en el auditorio del Fórum, Sufjan Stevens dio las gracias al público por haber estado "tan presente". El de la gira de presentación de 'Carrie & Lowell' (2015) –un álbum que exorciza traumas infantiles– es un repertorio duro, dijo, y vaciar el buche en directo no le es fácil, pero "compartir esta carga" le ayuda a curar las heridas. Así lo verbalizó, con la mano derecha sobre el pecho. Pero aunque no lo hubiera hecho, era una sensación que se cernía durante el concierto, y el público, en torno a las 3.000 personas, respondió con respeto y atención: se hacía patente en el silencio sepulcral y en la ausencia de la constante constelación de pantallas de móviles tan habitual en muchos conciertos. La solemnidad de la sala ayudaba. Lástima que la decisión de no numerar los asientos provocara correderas más propias de un concierto en el Palau Sant Jordi cuando abrieron puertas, y una dispersión de bolsas y chaquetas para guardar sitio a los amigos que llegaban más tarde.

En formación de sexteto y acompañado de músicos polivalentes, que se alternaban en las guitarras, los teclados, el bajo, las percusiones y los coros, en la primera parte del concierto Stevens interpretó todas las canciones del nuevo álbum, a veces con fidelidad a la exquisita desnudez de las grabaciones, otras con bases rítmicas potentes y texturas espectrales que le acercaban al R&B contemporáneo y hasta al postpunk que bebe del funk ('Should have known better', 'Fourth of July'). Algunas de las canciones del álbum, en vivo mutaron y crecieron instrumentalmente y con codas de corte progresivo (¿cuanto duró, 'Blue bucket of gold'? 15 minutos?), Acercándose al espíritu de 'The age of Adz' (2011), su anterior álbum (del que sonaron 'Vesuvius' y 'I want to be well'), creando cierto efecto sorpresa y contribuyendo a alternar la dinámica del concierto.

Pero es que Sufjan no es sólo el delicado cantautor a corazón abierto de 'Carrie & Lowell': es un músico versátil que en 15 años de carrera nos ha enseñado varias caras. Y la forma en que abordó su repertorio en el Fórum fue una muestra, en dos horas de concierto, de este carácter poliédrico. Como cuando en el tramo final, en los bises, cogió el banjo para repescar canciones de 'Illinois' ('John Wayne Gacy, Jr.', 'Casimir Pulaski day'), el disco con el que lo conoció el gran público en 2005, privándonos, todo sea dicho, de la grandilocuencia de 'Chicago', que defendió en formato acústico. "All things grow, all things grow".

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