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Cuento de hadas guiri

Escrito por
Òscar Broc
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¿Sentís la embriaguez primaveral de sangría Don Simón a 15 euros la copa? ¿Los destellos de las sandalias con calcetines? ¿La llamada ancestral de San Paellador? Los guiris ya están aquí. ¡Y gracias a ellos, Barcelona se convierte en un cuento de hadas!

Se sabe que han llegado porque los habitantes de Ciutat Vella, henchidos de ilusión, empiezan a colgar ajos, cruces y carteles de "Tourists Go Home" en los pórticos. Por la mañana, el rocío cubre los cuerpos de ninfas inglesas inconscientes en cada esquina. Es todo tan bonito...

Las narices vibran con el perfume de los primeros meados. Los niños del barrio juegan al fútbol entre risas y vomitadas de colorines. Una vieja da saltitos de alegría, después de clavarse un vaso de tubo roto en el tendón del pie derecho. El paraíso.

Cuando llegan los guiris, Ciutat Vella deja de ser una letrina sombría de cartón-piedra y deviene Rivendel: un lugar mágico, lleno de luz y seres fantásticos que parecen gambas antropomórficas. Las carteras de los japoneses vuelan como mariposas. Las aburridas aceras del Casco Antiguo se convierten en constelaciones de vehículos futuristas: segways, motos eléctricas, bicicletas, patinetes. Ah, y vuelve el comercio justo a pie de calle: ¡latas de hidromiel, bolsitas de hoja de niggle y gramos de polvo mágico para los viajeros!

La villa se libera del sopor de la clase obrera, gracias a los apartamentos turísticos ilegales. La alegría de vivir resucita a los aldeanos. No podréis agradecer lo suficiente a los spring breakers británicos, italianos y franceses las horas de insomnio que os dan. Nunca os habíais sentido tan vivos, ¿verdad?

Con los guiris llega la libertad. Haz lo que quieras cuando quieras, pero respetando una norma: no respetes nada. Por eso, los habitantes de Ciutat Vella, mejor dicho de Rivendel, siempre saludamos la muchedumbre de turistas embobados con dos gestos característicos de bienvenida: un dedo anular erecto bien visible o, si la cosa se anima, un buen codazo en las costillas para abrir el paso. ..Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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