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El horror de dormir con las ventanas abiertas en Barcelona

Escrito por
Òscar Broc
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Son las 7:30 de la mañana. No me toca levantarme hasta dentro una hora, pero el despertador de la vecina acaba de sonar y me ha desvelado. Vuelvo a coger el sueño, pero el despertador de la vecina vuelve a sonar. Y vuelve a sonar. Cada mañana lo mismo: la alarma de su móvil le suena unas seis o siete veces con intervalos de un minuto. Hace rato que la señora se ha levantado, la oigo hacer cosas, pero la alarma sigue sonando y ella la sigue apagando y así 15 minutos bien largos.


Cuando ya te has acostumbrado a la música de su alarma, se suma a la sonata otro instrumento. Es el momento de la tetera. Imaginad el silbido infernal, agudo e histérico de una tetera en ebullición que nadie aparta del fuego. Un silbido diabólico que te proporciona los 10 minutos más angustiosos del día: sería más fácil dormirse en un concierto de Sepultura que con este ruido.

 
En la planta baja han abierto una tienda de comida vegana y la señora de la limpieza ha puesto Rac1 a toda leche, ha dejado las ventanas abiertas y Jordi Basté ascendiende como un espíritu por el patio de luces y se cuela en mi habitación a gritos. No son ni las 8 de la mañana.


En el primero segunda, un piso que estaba abandonado, en ruinas, alguien ha decidido hacer obras. Y parece que la mejor época del año es ahora, en verano, que así molestaremos mucho más a los vecinos. De modo que al combo alarma-tetera-Jordi Basté se añade ahora un ejército de martillos que hace temblar el colchón.

 
Dormir en el centro de Barcelona en verano tiene estas cosas. Tienes que abrir las ventanas. Y cuando haces eso, estás expuesto al horror, sin filtros, línea directa con el infierno. No te queda otro remedio que soportar una banda sonora que haría vomitar a los presos más duros de Guantánamo: vecinos sordos o incívicos, alarmas que se repiten, teteras, radios a toda leche, martillos...


Pienso en todo esto, respiro e intento tranquilizarme. Parece que el escándalo se ha calmado un poco y puedo volver a conciliar el sueño. Ahora sí. Corre un airecito maravilloso por la ventana. Mmm... Mierda, mi alarma está sonando.

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