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Guía de supervivencia de la Mercè

Escrito por
Maria Junyent
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No me he parado a contar el total de actividades que se hacen en la ciudad durante la semana que dura La Mercè porque probablemente acabaría casi en Navidad, pero el programa tiene 124 páginas.

Como cada año, las calles y plazas se llenan de muestras de cultura tradicional, conciertos, teatro de calle, circo. Hay material para abuelos y niños, gente con ganas de sudar la camiseta de noche y de día, alimento para criaturas nocturnas y platos para consumir en familia. Aunque sobre el papel parece que nada puede salir mal, las Mercès vividas nos hacen sospechar que no está de más tener a mano una guía de supervivencia de las fiestas.

1. No intentéis hacerlo todo. Parece lógico, pero sabemos de gente que se cree eterna. Personas que piensan que pueden empezar un sábado en el concierto de Núria Graham, continuar con el cara a cara entre Pau Roca y Sau Poler en el Fórum, levantarse para bailar una sardana en la plaza Sant Jaume, hacer piña en un 'castell', comer en la Ciutadella, subir a Montjuïc a ver circo y comprarse un tocadiscos en el Lost&Found. Nos enfrentamos a siete días de fiesta y tenemos que dosificar las fuerzas.

2. Un escenario por noche. La oferta de conciertos del BAM y Mercè Música es grande, bastante atractiva y tiene los escenarios repartidos por toda la ciudad, del Fòrum al Raval pasando por el Moll de la Fusta. La mejor opción, si no queréis pasaros media noche recorriendo la ciudad en vagones de metro llenos como los de China en hora punta, es apostar por un solo escenario.

3. Provisión de líquido. Todo el mundo sabe que las barras de los conciertos están más llenas que la Meridiana durante la Diada. Por suerte de los sedientos, los lateros se multiplican durante los días de fiesta, en especial en los escenarios de Plaza dels Àngels y Joan Coromines, alrededor de los cuales las cloacas están más llenas de latas que de ratas, que ya es decir. Si la cerveza no os gusta o os toca la moral el hecho de contribuir con el pequeño comercio ilegal de la ciudad, siempre podéis optar por hacer una parada de avituallamiento en la bodega/supermercado de barrio que esté más cerca de vuestro destino. 

4. Expulsión de líquido. Es uno de los grandes problemas de cualquier fiesta en la calle que se haga en Barcelona. Nunca hay tantos lavabos como vejigas a punto de explotar. Aunque no sea ninguna novedad, el consejo más práctico –transmitido de generación en generación– es aguantarse el primer río tanto como sea posible. El segundo, una vez el grifo esté abierto, es ponerse en la cola del Poli-klyn con un mínimo de 10 minutos de margen antes de que caiga el chaparrón. Lo dice el dicho: Es mejor prevenir que mearse.

5.El infierno está en Rosselló. Se trata de saber a qué nos enfrentamos. Por ejemplo: Si por el motivo que sea os pasa por la cabeza ir a ver a los Crystal Fighters a la Antiga Fàbrica Damm y no queréis estar a kilómetros de distancia del escenario, tenéis que plantearos seriamente plantar una tienda de campaña en la calle Rosselló el día antes. Tomaos muy en serio los puntos 3 y 4 de la lista y equiparos con una armadura medieval si no queréis morir aplastados por la presión de los fans que darían su vida y la de los otros por arrancarle un mechón de pelo a su ídolo.

6. Llevad cacahuetes en el bolso. Una de las sorpresas de la Mercè de 2014 fue la llegada del Van Van, un convoy de furgonetas gastronómicas que durante su primer año de vida nos ha hecho creer que la comida de calle puede ser buena como los platos estrella de los mejores restaurantes que conocemos. Eso sí, las colas que se forman delante de estos food-trucks son más largas que la lista de espera para cenar en el Tickets. La cuestión es que la espera lo vale. Si no queréis caer en la tentación de darle un mordisco a cualquier buen ciudadano antes que acabe la cola, llevad encima una bolsa de cualquier cosa comestible.

7.Empapaos de la fiesta (pero que sea con límites). Hay momentos en los que la alegría nos supera. Viene a ser como una sobredosis de entusiasmo en el que nos creemos capaces de todo. De hacer de enxaneta, acrobacias o de bialar una sardana, que a simple vista puede parece muy fácil pero es una práctica de alto riesgo solo apta para atletas profesionales y gente que va en bicicleta muy a menudo. NO LO PROVÉIS bajo ningún concepto, sobre todo si sois de quienes practican con delirio el punto 3 de la lista.

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