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Cervesa a la Rambla
© Maria Dias

La ley de la Rambla

María José Gómez
Escrito por
María José Gómez
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Hace unos años viví una experiencia reveladora. Estaba en un pueblo perdido en el interior de Laos, mal comunicado, como casi la mayor parte de las zonas rurales del país. En ese poblado que no tenía luz eléctrica por la noche compré un mechero fabricado en China. Me costó, al cambio, unos 10 céntimos de euro. Pensé en los miles de kilómetros que había recorrido el encendedor, por las manos que había pasado. Todas habían sacado un provecho económico de la transacción. Y aún así costaba 10 céntimos.

Barcelona, ​​verano de 2015. Desde la redacción de Time Out provocamos otra experiencia que no es nada reveladora, porque todos lo sospechamos, aunque somos poquísimos los barceloneses que la experimentamos. Queremos saber qué vale una birra en la arteria más turística, antes emblemática, de la ciudad. Y también si se cobra lo mismo a un turista que a un nativo. Con este objetivo, nos dirigimos a la Rambla hacia la 1 de la tarde por un lado yo y la fotógrafa Maria Dias, y por otro, Jan Fleischer, editora de la versión inglesa de las webs de Time Out Barcelona y Madrid, californiana de origen, con su novio, Dermot, actor irlandés también residente en Barcelona. Vamos por separado para que nadie sospeche lo que tramamos...

Preguntamos los precios de las cervezas de varios locales que hay entre Ferran y Escudellers. Algunos camareros contestan rápidamente, sin dudar: otros, sin embargo, consultan con los ojos al encargado, que es quien contesta. Cuando en un bar ven nuestra cara de sorpresa al decirnos cuanto cuestan, nos comentan amablemente que es lo que hay. En general, no obstante, nos invitan a sentarnos y nos permiten tomar una cerveza sin pedir nada de comer, a pesar de que es la hora del almuerzo. Después de preguntar en varios locales constatamos que la horquilla de precios oscila entre los 6 euros y los 8 euros por medio litro. En ningún lugar nos dejan la opción de pedir una birra más pequeña: ni quintos, ni 'zuritos', ni medianas...

De entre los diferentes establecimientos donde hemos preguntado, decidimos sentarnos en el Ideal, cada 'escuadrón' en su mesa. La caña está fresca y bien tirada, e incluso nos dejan compartir una entre dos personas a pesar de ser hora punta. Nos cobran lo mismo tanto a la pareja de locales –seguramente las únicas barcelonesas sentadas en ese momento en una terraza de la Rambla– y la de los falsos turistas. ¿El precio? 65 encendedores en Laos.

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