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¿Quien diantre es Pietro Bartolo?

Escrito por
Andreu Gomila
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Pietro Bartolo hace 26 años que trabaja de médico en la isla de Lampedusa, un pedazo de tierra en medio del mar que es una cuarta parte de Formentera, que está más cerca de Túnez que de Sicilia y que es tristemente famosa por vivir casi cada día escenas de refugiados que se juegan la vida por llegar a Europa. Él es hijo de pescadores, originario de la isla y el único de sus siete hermanos que pudo estudiar. Y, hasta mediados de noviembre, tendrá el cuerpo y la voz de Xicu Masó en el Teatro Lliure de Montjuïc, que ha decidido encarnar a 'El metge de Lampedusa' con la ayuda de Miquel Górriz en la dirección y Anna Maria Ricart en la dramaturgia. Ella ha adaptado al formato teatral el libro testimonio de Bartolo 'Lágrimas de sal', en lo que es una primicia mundial.

Masó nos deja claro, de entrada, que el punto de vista del médico no es el de una ONG que trabaja sobre el terreno, sino de alguien que es de allí y que lo vive todo "en radical primera persona", de alguien que, simplemente, dice "estoy en Lampedusa y hago mi trabajo". Por eso, lo que veremos en el teatro no será sólo la vida de Bartolo, sino de muchas personas que, después de un viaje largo y peligroso, por desiertos, campos de refugiados y el mar, llegan a sus manos. "Sentiremos las voces de las personas que quieren llegar a este paraíso, Europa, que Pietro Bartolo escucha, y veremos que son personas como nosotros", indica Ricart, que remarca la obsesión del médico de no hablar de cifras, sino de personas.

El año pasado, el documental 'Fuocoammare', de Gianfranco Rosi, ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín. Bartolo, nos cuenta Masó, "está convencido de que no sabemos lo suficiente de lo que está pasando en Lampedusa o que al menos no nos llegan con claridad". Por eso un buen día le pasó un pen drive a Rosi con imágenes, escribió 'Lágrimas de sal' y va por todo el mundo relatando lo que ha visto y ve cada día.

"Está en contra de la cosificación de los refugiados y está a favor de su personalización", añade Miquel Górriz. El director, dice, ha hecho "una puesta en escena que no pretende ni herir ni sacudir, porque no ha sido necesario". Los espectadores estarán en el ambulatorio del médico de Lampedusa y escucharán su historia y la de los hombres y mujeres que pasan por su consulta. "Esto es un Holocausto, con la diferencia respecto al judío, que entonces, cuando los prisioneros salían de campos, la gente podía poner la excusa de que no lo sabían, pero ahora todo el mundo sabe qué pasa en Lampedusa ", dispara Masó, que se reconoce en la impotencia que siente Bartolo. Por eso quiere que vayan al Lliure todos estos barceloneses que no tienen muy claro el tema de los refugiados, ya que verán, por ejemplo, que "esto no es una invasión" y que "es de idiotas pensar que un terrorista hará este viaje".

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