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Hace poco más de un año, inauguramos la sección ¿Y ahora qué? con una crónica sobre qué significa comer en el agujero negro conocido como La Baguetina Catalana. O más bien antes conocido como La Baguetina Catalana. Porqué la cadena ha reconvertido sus locales en salones de cupcakes. O más bien en salones de cupcakes à la Baguetina. Un vistazo a su web no indica ningún cambio. Siguen teniendo una lista de 29 locales (¡29!) en toda Barcelona. Pero en las direcciones del Born y de Urquinaona ahora hay un local que se llama The Original's Bakery, authentic bread. Vamos a desayunar en Urquinaona y no hay duda: esto es una Baguetina enmascarada.
Se lo han trabajado: domina una chapucera estética pseudonórdica a medio camino entre el handmade chabacano y Hansel y Gretel cazadores de brujas (incluso el dependiente asiático va ataviado con un gorro de panadero que insinúa que es un maestro artesano). Pero el producto los delata: entre un carrot cake fosilizado y las magdalenas de panificadora rellenas de frambuesa, las inevitables rebanadas de queso gratinado y salami atómico se exhiben, orgullosas. El café es repugnante, quemado.
También los delata la sacralización del producto industrial: ¡exponen, como si fuera caviar, bolsas de medio kilo de chips con sabor a cebolla! Antes me parecía divertido, pero creo reconocer aquí una astucia que ríete del instinto de supervivencia de Artur Mas. ¡Han logrado vender a los nórdicos una roñosa parodia de cafetería nórdica! Las mesas están llenas de turistas rubios. Y su nave nodriza, el local del paseo de Gracia, también ha mutado. Saben qué deben hacer para prevalecer y lo harán. Y eso da miedo, mucho miedo