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Se estrena '7 psicópatas': entrevistamos al octavo

La segunda película de Martin McDonagh descarga una prosa de metralladora hacia Hollywood

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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"¿Qué pienso de Hollywood?", se pregunta Martin McDonagh, y casi puedes ver como los engranajes de la cabeza de este dramaturgo convertido en cineasta empiezan a girar a toda velocidad. Mientras nos sentamos en una habitación de hotel el día después del estreno de su último proyecto, 7 psicópatas, en el Festival Internacional de Cine de Toronto, el tema de conversación ha girado hacia su relación de amor-odio con el epicentro de la industria cinematográfica americana, aunque la tolerancia-odio sería una mejor descripción.

A pesar de la proyección de la medianoche anterior y la fiesta hasta altas horas de la madrugada que la siguió, McDonagh todavía es capaz de soltar la retórica de metralleta que caracteriza buena parte de su obra. "Crecí adorando y mitificando a cineastas como Francis Ford Coppola, Sam Peckinpah y Orson Welles, los que acabaron puteados por Hollywood -dice-. Así que supongo que esto influye mucho la visión que tengo. Además, no estoy muy seguro de qué haría en el sistema de estudios: ¿una peli de superhéroes? ¿Qué coño haría jo con Hulk?".

Cuando se le sugiere que podría convertir aquella máquina de rabia verde en un guionista frustrado que se relaciona con gángsters y secuestradores de perros, al estilo del Colin Farrell que protagoniza Seven psychopaths, él propone escenarios alternativos. "Haría que Hulk no se enfadara nunca. O lo mataría en la primera escena".

Expectativas alteradas, violencia inesperada y un humor negrísimo maliciosamente divertido son elementos que han caracterizado la obra de McDonagh desde que irrumpió a mediados de los 90 en la escena teatral británica con la Trilogia de Leenane, así como de su debut en el cine, 'Escondidos en Brujas' (2008). Pero así como su segundo film está lleno de la misma aguda mezcla de algo macabro con diálogos hilarantes, en 7 psicópatas el guionista también tantea el territorio metanarrativo. Un confuso Farrell batalla por escribir un guión sobre pacifistas -que a pesar de todo no quiere dejar de 7 psicópatas porque es un título "¡jodidamente genial!"-, y se acaba liando con un grupo de criminales lunáticos que perpetran auténticos baños de sangre. Mientras, el elenco -que incluye a Christopher Walken, Tom Waits, Woody Harrelson y Gabourey Sidibe, la protagonista de 'Precious'- deconstruye tópicos del cine de violencia. I todo esto acaba en un enfrentamiento en el desierto, en un paisaje abrupto, en el que un personaje suelta: "Sería el lugar perfecto para rodar una película con un cara a cara final en el desierto".

"Puedes decir que la película se cuestiona por qué todos los otros films de Hollywood deben tener a un tipo con una pistola apuntándole a la cabeza -confirma McDonagh-. Pero todo el mundo que se haga esta pregunta también tiene la pistola en la mano. Es la perfecta encarnación del estar en misa y repicando: nos cachondeamos de estas convenciones y a la vez, para irritar al espectador, también utilizamos persecuciones de coches y tiroteos. Fue divertido, pisa esta línea: comentar la estupidez de la violencia en la pantalla y a la vez deleitarse".

A aquellos familiarizados con el Grand Guignol de las obras de McDonagh, en las que las amenazas físicas son la lengua franca, se les escapará la risa ante la idea que el autor de 'El teniente de Inishmore' ahora se rasgue las vestiduras con la brutalidad cinematográfica. ¿No es este el dramaturgo que un día resumió su filosofía dramática como "Pistolas. Explosiones. Sangre"? "Soy mi público ideal -afirma-. Así como nunca iría a una conferencia sobre cómo de mala es la violencia en el cine, quizá la escucharía mientra veo cómo a alguien le explota la cabeza en la pantalla".

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