Las 5 mejores películas de la cartelera
Estas son las películas que no os podéis perder: las favoritas de los críticos
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He aquí una película humilde, modesta, que habla de cosas cercanas y a la vez de cuestiones que nos afectan a todos. Quiero decir que la peripecia de Miguel, que vuelve a su Pontevedra natal para filmar unas localizaciones, no podría ser más íntima: deambula un poco perdido entre los recuerdos, paisajes y personajes de su juventud. Y, en cambio, todo va tomando una resonancia inquietante: no sé si de una generación, pero lo cierto es que Ángel Santos habla también de los años perdidos, de la imposibilidad de instalar en una existencia que siempre parece ajena. ¿Y no podemos ver aquí igualmente, a la manera de una metáfora muy sutil, un cierto comentario sobre la España de la crisis y sus habitantes?Todo esto y mucho más contiene el film de Santos, su segundo largo tras la impecable 'Dos fragmentos / Eva'. Y todo en un estilo melancólico, sin levantar nunca la voz, que interroga cuerpos y paisajes con una serenidad esquiva, que en el fondo no deja de llevar en su interior una cierta rabia. En efecto, 'Las altas presiones' podría ser una de esas películas lloronas que hablan de la nostalgia y de las que alguien como Garci se hizo paladín hace unas décadas. Pero no.No hay condescendencia, ni falsa conmiseración. Santos observa a los personajes con una curiosidad no exenta de afecto, pero tampoco de crítica. Y así se instaló en una delicada historia de amor y en unas vidas mucho menos seguras y controladas de lo que parece, como le ocurre al film. Esta es también una historia sob
Ver el sello de Aardman encabezando cualquier producción es garantía de que estamos en buenas manos: el estudio británico nunca hace ningún paso en falso. Esta adaptación de la serie de 'La oveja Shaun' es modélica en su manera de estirar naturalmente una anécdota para ir enlazando gags '. Los autores extirpan los protagonistas de su escenario habitual, la granja, y los llevan a una gran ciudad donde todo parece ir muy deprisa, donde los granjeros pueden convertirse en gurús del estilismo capilar y donde los corderos se disfrazan con trapos vintage sin que nadie se dé cuenta del engaño. La confianza en el humor puramente visual lleva el relato a una liberadora dimensión no verbal, que invita a pasear la mirada, riendo con la expresividad de Shaun y sus colegas. Atención a las múltiples y sorprendentes acciones que ocurren en segundo o tercer plano. Impagables.
A hores d’ara, què ens poden descobrir d’un cineasta que ha aconseguit adjectivar el seu cognom, guanyar cinc Òscars, una Palma d’Or i omplir folis i folis de tesis, assajos laudatoris i diatribes? Només algú que va conèixer Fellini abans de l’èxit clamorós, en l’època de dibuixant satíric, i el va acompanyar celebrant el carpe diem durant més de quatre dècades, pot tocar-nos la fibra amb anècdotes i ocurrències que il·luminin allò de la seva obra que tenia a veure amb la seva vida. A 'Qué extraño llamarse Federico', Ettore Scola evita l’anàlisi cronològica per endinsar-nos en una càlida evocació dels dies compartits. I, malgrat que les dramatitzacions d’aquests records semblin haver-se escapat d’un àlbum de fotos envellit prematurament, la sinceritat del conjunt –sobretot la crònica de les nits romanes a l’estil de 'La dolce vita'– sap commoure.
Sería interesante hacer conversar 'National Gallery' con otra película reciente, 'Museum hours' de Jem Cohen. Ambas transcurren en las estancias de un museo, adoptando un tono civilizado y observador que se traduce en un tempo gozosamente relajado. Son obras agradables de mirar y habitar. Pero si el film de Cohen entendía este escenario como marco del nacimiento de una amistad entre un vigilante del Kunsthistorisches Museum de Viena y una canadiense, 'National Gallery' multiplica la cantidad de figuras humanas y abre el plano hasta abarcar la totalidad de la institución británica que le da nombre.A lo largo de su trayectoria, Frederick Wiseman ha demostrado tener una mirada tan privilegiada como paciente, que le permite abordar entidades enormes y abstractas -el ballet de la Ópera de París en 'La danza', la universidad en 'At Berkeley'- como organismos físicos, que pueden ser comprendidos a través de una disección precisa. En 'National Gallery', el director sigue directivos y trabajadores del museo, y mientras los primeros cargan el peso conceptual del espacio, debatiendo maneras de abrirse al público sin perder prestigio, o la conveniencia de asociarse con un acontecimiento ajeno a la cultura, los segundos buscan maneras de restaurar pinturas degradadas, o tratan de localizar la luz que permita contemplar idealmente cada cuadro.Pero las secuencias más extraordinarias del filme son aquellas en las que los guías del museo interactúan con los visitantes: unos dotan de vibración
Estrella de los tablaos, Trini abandona su carrera cuando su marido, un torero famoso, muere en un accidente. A partir de entonces, se dedica a cuidar a su niño pequeño, que parece poseído, razón por la que la bailaora se pone en contacto con un cura, hijo de una pareja de rojos republicanos. El cóctel de referencias de 'Pos eso', que mezcla la historia española con la actualidad más cañí, sirve al debutante Sam para hacer una de las películas de animación más interesantes del cine europeo reciente. La mezcla que propone –sal gruesa, toros, flamenco, religión y telebasura– es explosiva. De hecho, el terror y el fantástico estatal más reciente han sabido sustentarse en los referentes más característicos y penosos de la sociedad y de la cultura de masas. Sam sigue esta línea, como si su voluntad fuera la de hacer una versión en plastilina y actualizada de 'El día de la bestia'.
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