Ker club, la revolución electrónica

No es ironía, sino una deliciosa casualidad: Ker Club, la nueva discoteca de Juan Arnau -factótum de Florida 135 y del festival de Los Monegros- está puerta con puerta con la Conselleria de Benestar Social i Família.
Este empresario de la noche y el baile -el único del gremio que podemos calificar de ideólogo-  siempre ha defendido baile y sarao como una actividad terapéutica, y ha hecho negocio del ocio, siempre con la familia: sus abuelos abrieron una sala de baile en Fraga en plena postguerra, que su padre convirtió en discoteca en los 70, y el mismo Arnau hijo ayudó a convertir en uno de los puntales techno de Europa (inciso: Arnau padre murió el año pasado. Casi con ochenta años, compartía sesión con techno kids a altas horas de la madrugada y al día siguiente trabajaba).  Y fue por la familia por lo que Arnau cerró el Row14: "La nuestra es una empresa familiar y nos gusta estar detrás de los negocios que hacemos. Nos vemos desbordados".
 
La importancia de la sala B
El majestuoso club de Viladecans cierra y reaparecerá como sesión por toda Europa y España. Y el Ker no es ni una droga sintética ni un topónimo celta: "Es un homenaje a mi abuela, Francisca Ibarz Quer, impulsora del primer Florida". El empresario -que puntualiza que no son los propietarios del club, sino que gestionan "todo el diseño, el personal y la dirección artística- pronostica que el Ker "será un poco diferente a lo que estáis acostumbrados en Barcelona". Más que una discoteca con coctelería, será una "coctelería de lujo con discoteca".

La diferencia está en las pequeñas cosas: hay una sala grande, con capacidad para unas 1.300 personas, y una sala B, una coctelería con cabina de DJ, que marcará la diferencia. "La sala B no nos ha funcionado nunca", reflexiona Arnau "porque los escenarios pequeños no podemos competir con el grande, donde se programa". 

Ahora lo harán de forma diferente: astros como Laurent Garnier o Carl Cox, "cuando llegan a este nivel quieren hacer cosas especiales. Carl Cox quiere hacer house en vez de techno, y no ser todo el día el Cox de Los Monegros". Y en esta coctelería con capacidad para 200 personas esto será habitual.

Una discoteca para adultos
La sala grande estará dedicada a "música más comercial", con todas las comillas del mundo. Arnau quiere dejar claro que Ker no es un club para la gente joven que sólo quiere saltar. "Esta sala está pensada para gente de más de 25 años que se ha criado con la electrónica y no quiere volver al rock, pero que quiere una electrónica más sofisticada, con raíces soul y funk", puntualiza.

Me señala las virtudes de la sala en un futuro inmediato: una sonoridad increíble, con niveles de volúmenes diferentes para poder hablar en la barra, un sistema de leds donde todo el mundo se podrá ver y lucirse sin oscuridad, copas a precios asequibles, cinco puertas para que la gente circule... "Un local cálido y acogedor como el que habría hecho Javier Regás", resume.

Para Arnau, el difunto interiorista de Bocaccio -y Florida 135-, a parte de un amigo, es "un genio que nunca copió a nadie", y han seguido sus creencias al pie de la letra "para hacer de Ker una extensión del salón de casa", siguiendo la filosofía de respeto con el público que siempre ha marcado la gestión de Arnau.

En las antípodas del Madrid Arena, vaya, no puedo evitar comentar. "Muy triste. Por la noche, los jóvenes sólo quieren salir un poco de este infierno que se vive de día. John Aquaviva me explicaba que en Belgrado la gent bailaba mientras caían bombas. Tomarse un par de copas, bailar, relacionarte... es una necesidad vital que no puedes escoger si eres joven", sentencia. Y como él dice, todavía no se ha inventado nada mejor que una discoteca para esto.