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Mètode Feldenkrais
Mètode Feldenkrais

Descubrid el método Feldenkrais

Movimientos conscientes que transformarán vuestra vida

Escrito por
Carlota Martí
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"Mueve el hombro derecho hacia abajo. Ahora hacia arriba. Conecta los movimientos: ve hacia abajo y hacia arriba sin detenerte en el centro. Haz, eso sí, movimientos pequeños". Estamos estiradas sobre una esterilla, en una posición casi fetal y con el brazo izquierdo sobre las caderas. Es una sesión de Feldenkrais. La voz de Esther Niego Palatchi nos acompaña y nos guía a través de una serie de movimientos pequeños, conscientes y de calidad. El método Feldenkrais nació de la mano del científico de origen ucraniano Moshe Feldenkrais y, desde hace unos años, ya se puede practicar también en Barcelona. Basado en la neurociencia, utiliza el movimiento consciente y la atención dirigida para buscar patrones de movimiento eficientes y sanos y mejorar un puñado de aspectos de nuestra vida. Es un método de educación somática: mente y cuerpo no están separados el uno del otro y la transformación de uno mismo llega a través del movimiento. "Con la educación somática, cualquier beneficio que obtengas en tu cuerpo, repercutirá en tu mente", nos dice Niego Palatchi.

Empezamos de pie sobre la alfombra. Tenemos que fijarnos en cómo se arraigan en el suelo nuestros pies. Cambiamos el peso de una pierna a la otra y, después, levantamos el brazo izquierdo y, más tarde, el derecho. Caminamos por el espacio para ser conscientes de cómo estamos antes de empezar la sesión y nos estiramos sobre la esterilla para sentir, también, cómo se apoya nuestro peso sobre ella. Hacemos rodar la cabeza a ambos lados y siguiendo la voz de Esther y las preguntas que lanza, giramos hacia la derecha y nos colocamos con las rodillas dobladas formando un ángulo de 90 grados y la mano sobre la cadera. Primero hacemos movimientos pequeños con el hombro izquierdo: hacia delante, hacia atrás, arriba, abajo... hasta enlazar los movimientos en un giro. "Poned atención en qué les pasa a vuestras costillas, al pecho, a los hombros... Si ponéis atención, algo cambia". Repetimos la secuencia con la cadera izquierda. "Ahora intentad lo más difícil: moved hombro y cadera a la vez, haciendo un giro que pase por todas las posiciones pero moviendo uno y otro en sentido contrario. Si os cuesta mucho, visualizadlo primero", dice Esther. Y es que imaginarnos haciendo el movimiento también hará que recibamos beneficios.

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Volvemos al centro y nos levantamos para repetir la secuencia del inicio: sentimos como nuestros pies se arraigan en el suelo, cambiamos el peso del uno al otro, levantamos los brazos y caminamos por el espacio. "¿Notáis cambios?" nos pregunta Esther. Hemos trabajado y hemos movido un lado y, al ponernos de pie, nos notamos más en comunión con el suelo y sentimos el brazo izquierdo más ligero. Nos estiramos de nuevo y trabajamos la parte derecha del cuerpo. Son movimientos pequeños y que parecen sencillos pero, de entrada, nos cuesta, por ejemplo, mover sólo la cadera hacia arriba y hacia abajo. "No tenemos conciencia corporal. Tenemos un cuerpo pero no sabemos cómo funciona. Cuando entendemos cómo funciona, la vida nos cambia. Te sientes bien, arraigado, sin dolor...", asegura Niego Palatchi. Ella se nos acerca y nos ayuda a movernos correctamente: "Para que haya aprendizaje se tiene que hacer un movimiento de calidad, si no, no hay aprendizaje. El sistema nervioso capta el movimiento y lo almacena y entiendes cómo se mueve tu brazo. Una vez lo entiendes y te conoces a ti mismo, eres capaz de hacer muchas más cosas". De hecho, aparte de en estas sesiones colectivas, también se puede practicar el método en clases individuales, de integración funcional o 'camilla'. Allí, el profesor no sólo guía los movimientos del alumno con la voz, sino con sus manos: "Yo le hago la clase al alumno: lo muevo".

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"¿Cómo estás?" nos pregunta Esther al terminar. Más arraigada al suelo, más ligera, muy relajada... así nos sentimos. "Notarás cambios ahora pero, también, durante la semana. Tu cuerpo se irá recolocando". Ella descubrió el Feldenkrais en 2003, después de una operación. "El médico me dijo que en unos años volvería por una hernia pero no lo he necesitado. Era una persona muy ansiosa pero con el Feldenkrais, la ansiedad y el dolor desaparecían, podía dormir bien por las noches... era como un milagro. Soy una persona diferente desde que empecé. Cambia, también, tu manera de pensar: antes sólo veía dos posibilidades, blanco y negro. ahora veo 300 mil. Las opciones estaban allí pero yo no las veía y ahora sí. Soy capaz de entender que hay una gran gama de grises", relata Niego Palatchi. De alumna pasó a maestra y se terminó de formar en Milán. En el Feldenkrais todo está muy regulado, con un curso que se alarga cuatro años y unas lecciones que son las mismas para todos los que quieren dedicarse a la enseñanza del método: la idea es evitar que la masificación lleve a la aparición de versiones que no respeten los orígenes y la pureza del Feldenkrais.

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Desde hace unos años, Esther imparte cursos, talleres, retiros y clases colectivas en Feldenkrais Barcelona (639 76 32 10). "En todas las clases se trabaja de pies a cabeza. Ninguna sesión es igual porque pones la atención en otro movimiento". Además, para los que viven fuera, también imparte sesiones online a través de FeldenkraisOnline.net e, incluso, una vez al mes, ofrece una clase virtual gratuita: "Lo hago por agradecimiento a un método que a mí me ha ayudado muchísimo. Quiero que la gente lo conozca". También programa talleres específicos centrados en la pelvis, la espalda, los hombros o la flexibilidad, la fuerza y la movilidad de las articulaciones. Con su voz, sus conocimientos y su propia experiencia, guía a un buen número de alumnos a través de un método que se basa en la capacidad de aprendizaje del sistema nervioso y que se sirve del movimiento para ayudarnos a conocernos mejor a nosotros mismos.

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