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Quidditch Harry Potter

Quidditch en Barcelona

De los libros de Harry Potter llega el Quidditch, deporte apto para muggles. ¡Escobas arriba!

Escrito por
Carlota Martí
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No vuelan, no llevan capa ni varita mágica y sustituyen la escoba por un palo de pvc. Son jugadores de Quidditch y no os precipitéis a la hora de tildarlos de freaks porque son deportistas como la copa de un pino. El Quidditch nació en la ficción de la mano de JK Rowling y su Harry Potter, pero en 2005, en Estados Unidos, un grupo de universitarios convirtieron esta disciplina literaria en una muy real y apta para muggles –no magos– y hace cerca de dos años que aparecieron los primeros equipos en Barcelona.

"Es un deporte muy completo. Trabajas la resistencia, la fuerza, la agilidad, la puntería y también el sprint. Eso sí, es para todo el mundo y es inclusivo ", explica Alex González, capitán de los Wyverns Quidditch Team, uno de los dos equipos de la ciudad. Ahora bien, ¿cómo juegan si no tienen escobas voladoras? Pues fácil, corren pero lo hacen siempre con un palo entre las piernas.

El juego

Una quaffle –una pelota de voleibol– y tres bludgers –rojas y blandas, de dodgeball– se sitúan en la línea de medios y al grito de 'Brooms up!' Comienza el partido. Son siete jugadores por equipo y gana el que más puntos suma. ¿Cómo? ¡A fuerza de meter goles! La idea es introducir la quaffle en alguno de los tres aros que hay colocados en el campo del rival. Cada gol son 10 puntos y los encargados de hacerlos son los cazadores, tres por equipo. No lo tienen fácil porque protegiendo los aros está el guardián y por el campo, dos golpeadores por bando que buscan hacerse con alguna de las tres bludgers y lanzarlas sobre los cazadores para neutralizarlos. ¡Vamos, que hay que correr con los cinco sentidos activados!

El jugador clave, sin embargo, es un buscador que tiene por función atrapar la snitch; en los libros, una pelotita dorada con alas. Aquí, un jugador neutral que coge una de tenis, la introduce en un calcetín amarillo y se la cuelga de la cintura. Los buscadores tienen que correr detrás de él para cogerla. El partido termina cuando lo consiguen y el premio son treinta puntos más. Si devorasteis los libros de Potter aquí identificaréis un cambio con el deporte ficticio: Harry le daba 150 puntos a Gryffindor cada vez que cogía la mariposa dorada. ¡Licencias muggles!

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El Quidditch: un deporte

"Hay gente que cuando ve que jugamos a Quidditch se ríe y no entiende que nos lo podamos tomar como un deporte serio. Pero lo es. Que el nombre no les eche atrás porque cuando lo prueben, se caigan y se coman tres bludgers, se darán cuenta de que es como cualquier otro deporte. Exige y es duro. Nosotros queremos pasárnoslo bien, hacer ejercicio pero también ser competitivos y ganar partidos”, dice Alex. Hay contacto, placajes y se juega a una velocidad de crucero. La mayoría de jugadores de los Wyverns leyeron los libros de Rowling, sí, pero no se consideran 'groupies' del mago: "No jugamos para acercarnos al mundo mágico de los libros ni hablamos de Harry Potter en los entrenamientos, simplemente nos gusta este deporte". ¡Entendido!

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Los Wyverns

En Barcelona hay dos equipos. Los primeros en coger la quaffle fueron los Barcelona Eagles Quidditch Team y, poco después, nacieron los Wyverns. Mientras los Eagles visten de blanco y azul, los Wyverns lo hacen con camiseta verde, al estilo de Slytherin y crecieron gracias al empuje de Alex, que antes había formado parte del otro club de la ciudad. Cada domingo, los Wyverns entrenan de 10 a 12 h al lado del Besòs (Pollancreda, 19) y la asistencia es gratuita pero una vez el jugador se compromete más formalmente con el equipo la idea es que pague 25 euros de cuota anual para colaborar en los gastos del grupo. ¡Asequible! “Si vienen a un entrenamiento, lo pasarán bien pero si juegan un partido, ¡se engancharán seguro!”, nos dicen.

Cuando llegan al Besòs, plantan los aros que han hecho ellos mismos con pvc, calientan, estiran y juegan a algún juego como matar para afinar la puntería o la araña para practicar los placajes. Después, ensayan combinaciones y jugadas y trabajan táctica, recogen y se van a tomar una cerveza. Todo mientras atraen miradas de curiosos que se detienen a observar cómo se esfuerzan por acertar la quaffle en el aro. Y los partidos... ¿Cuándo? Normalmente, los Wyverns se apuntan a torneos que se organizan de forma puntual o hablan con algún otro equipo para entrenar juntos y hacer una pachanga: "Así es como más se aprende".

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Equipos en todo el mundo

La ilusión es que sigan surgiendo equipos para que sea más fácil y económico montar partidos de forma habitual. "A pesar de que ha crecido muy rápido, el boom aún está por llegar", apunta Alex. De hecho, aparte de los Wyverns y los Eagles, en Catalunya hay un equipo más, los Nightmare Grims de Tarragona pero también hay clubes en Andalucía, el País Vasco, Madrid o Galicia. Vamos, que son casi 16 y hay unos cuantos más en camino. ¡Y todo en poco más de 2 años! Además, existen ya selecciones nacionales y asociaciones que regulan el deporte en cada país, mundiales y europeos y en Estados Unidos la mayoría de universidades tienen su equipo.

"Una de las cosas que más nos gusta del Quidditch es que como es un deporte tan joven allí donde vas a jugar todo el mundo te acoge y te ayuda en todo lo que necesites. Nosotros hemos participado en campeonatos en Bruselas o en el País Vasco y hemos dormido en casa de jugadores locales, en polideportivos que han habilitado para nosotros... Te permite viajar por todo el mundo y conocer todo tipo de gente", añaden.

Quien escribe sí es una fan loca de Potter y correr con el palo entre las piernas –¡cuesta tanto como parece!–, rematar con la quaffle y esquivar la bludger la hizo sentir tan afortunada como tomarse una poción Felix Felicis. Ahora, si esto os suena a chino, no sufráis, no hay que tener ni idea de quién es Harry para disfrutar con el Quidditch.

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