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Daniel Clowes

Daniel Clowes no es un superhéroe

El dibujante norteamericano crea a un tirillas adolescente con muchas capacidades en 'El rayo mortal'

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Una pregunta dirigida a todos los lectores hombres: de pequeños, ¿nunca habíais tenidos fantasías de superhéroe? No estoy hablando de fantasías altruistas de evita la colisión de la Tierra contra un meteorito, o de conseguir la paz mundial. Si no de aquellas en las que, a base de hacer crujir dientes y rencos, conseguíais una súbita fuerza bruta que os permitía plantarle cara al chulo del patio del colegio.

Este es, al menos, el caso de nuestro entrevistado, el autor de cómicos norteamericano Daniel Clowes (Chicago, 1951). Su nuevo cómo, 'El rayo mortal' (Mondadori), parte de esta premisa: un tirillas adolescente de Chicago, hacia finales de los 70, descubre que fumándose un cigarro consigue una fuerza sobrehumana. Y que es capaz de convertir una pistola de plástico sacada de un bote de cereales en un rayo aniquilador. Quien conozca a Clowes -el gran autor de cómics alternativos, perdón, novela gráfica, de su generación, dibujante y guionista con un talento para resaltar los elementos grotescos de la realidad y la cotidianeidad de lo que es sobrenatural- ya se puede imaginar que no estamos ante un cómic de superhéroes contemporáneo. Es decir, de aquellos al estilo Kick-ass que, envueltos con toques de realismo, aseguran deconstruir la figura del superhéroe, pero en realidad reeditan la eterna historia del bueno contra el malo con excelentes guiones. No. Cuando le pregunto a Clowes por si está familiarizado o si le ha influido este subgénero, me corta con voz glacial: "No me puede haber influido nada porque nunca he leído nada. Ni una sola viñeta y no me podría interesar nada".

¿Ni de pequeño le interesaban los superhéroes de la época dorada del cómic? "Hasta los siete años no pensaba en otra cosa, leía sobre todo Marvel. Pero después, cuando descubrí las chicas y otras formas de arte, no volví a pensar nunca mas", ríe. ¿No le interesa ni siquiera la celebrada 'The Boys' de Garth Ennis? Una descarnada y pornográfica sátira que... "¡Me da lo mismo si estos cómics son buenos o malos!", me corta en seco. "Hay algo en esta estética que me deprime, que hace que me quiera alejar del cómic". Intuyo un filón en este odio por las mallas y las capas. Cuando el autor era una joven promesa del cómic underground que empezaba a asomar la cabeza, ¿eran el enemigo a combatir? "En aquella época -rememora- sólo podías vender tus cómicos en tiendas donde a los propietarios no les interesaba el medio de los cómics, sino quizá sólo este tipo de fantasías. O sea, que mis cómics, los de Crumb y gente similar, iban directos a una caja de cartón en el fondo de la tienda. Te sentías como si el propietario se avergonzara. Que tuviera que mantenerlos por los cuatro raritos que lo pedían, Y sí, estábamos muy resentidos, por la manera en que nos metían dentro de un gueto. Nos sentíamos castigados".

Todo esto lo dice sin perder el tono de voz glacial que se les presupone a sus personajes. Y con la misma voz puntualiza que "cuando empezaron a llegar mis cómics a las librerías y los pudo leer todo el mundo, esta animosidad desapareció". De acuerdo. Si algo se desprende del protagonista de 'El rayo mortal' es que la mezcla de superioridad moral y fuerza brutal es abyecta. Bajo la excusa de querer hacer el bien, Andy, el protagonista, se enzarza en una serie de asesinatos y en un ejercicio de la brutalidad que de tan trivial es ridículo: reciben el novio de su hermana por ser un porrero, también un perro antipático, y un camarero desagradable... Este sería el resultado, asegura Clowes, de haber podido hacer realidad las fantasías superheróicas que tenía de adolescente. Estaban originadas por "un sentimiento total de falta de poder frustrante", que lo llevó a fantasías "de ejercer la dominación". Mientras Clowes iba escribiendo, intentaba que su "cerebro adolescente imaginara cómo hubiera ido todo si hubiera sido posible ejercer esta dominación". Clowes mantiene que, a cualquier edad, "el cerebro masculino siempre tiene esta cosa repentina de adolescente, agresiva, funcionando". Pero también le podemos encontrar una lectura política: el cómic tomó forma en los años inmediatos al 11 de septiembre del 2001, motivado por "la impotencia que sentía ante una situación que nadie quería, sólo un gobierno de locos lunáticos que ejercían un poder estúpido y se autojustificaba todo el rato". Añado yo que una tercera lectura podría ser la del obcecado que está convencido que hace lo correcto y en realidad sólo hiere a gente cercana, tira su vida a los cerdos. "Desde muy pequeños, todos tenemos motivos psicológicos para hacer cosas que creemos que son absolutamente obvias y que los otros deberían entender. Es así de simple", concluye Clowes.

Demasiado buena persona para dirigir

El término novela gráfica prácticamente se inventó para etiquetar el trabajo de Clowes, Peter Bagge y Chester Brown, los grandes autores de cómic norteamericano que protagonizaron la última revolución en el mundo de la viñeta. En su momento, Clowes fue muy críticos con este término. ¿No le parece poco preciso para definir sus cómics? Gran parte de su obra son ficciones que se han ido publicando por entregas. Y una novela implica una unidad narrativa. "A mediados de los 90, este tipo de formato de cómic, barato y en blanco y negro, era casi una opción vital. La revista de cómics era como un hub de comunicación, porque la gente te enviaba cartas y tú las contestabas, y te daba la impresión que para que todo funcionara, las cosas tenían que ser así siempre. De repente, las comunicaciones instantáneas hicieron que todo eso pareciera irrelevante", rememora. Ahora, prefiere con diferencia publicar el libro entero: "Cuando salía una recopilación en formato libro, tenías la sensación que ya no había nada nuevo. Es mucho más excitante hacer libros completos".

Sea como sea, la consideración artística de su trabajo es incuestionable, incluso par ala crítica de arte. Tiene una retrospectiva sobre su obra en el Museo de Oakland que en algún momento llegará a Europa. La pregunta sobre cómo le hace sentir esto obtiene una respuesta cien por cien 'clowesiana': "Pues extraño. Cuando entré al museo, no me parecía que mirara mi trabajo. La mayoría eran originales míos y me sentí como el coleccionista más grande de Clowes del mundo".

Tampoco puede estar decepcionado por su relación con el cine. De la adaptación de 'Ghost World', con guión del mismo Clowes, salió una película excelente. Y aunque la poderosa Wikipedia dice que está trabajando en tres películas más ("¡es mentira! Quería corregir la información que tiene sobre mi i no me dejaba!"), asegura que jamás sería director. "Lo intenté, pero me di cuenta que un director tiene que ser un cabrón gran parte del tiempo; ha de maltratar a la gente para poder plasmas su visión fílmica". Clowes sólo maltrata a la gente en sus cómics.

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