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El Turó de la Rovira, que permite una vista de 360 º de la ciudad, constituye un mirador de Barcelona que ha sido un verdadero eco de la trayectoria de la llanura de la ciudad. Antiguo asentamiento ibérico abandonado, el impulso de la Barcelona moderna y contemporánea fue transformando el paisaje de la colina, que se convirtió en terreno de cultivo de algarrobos, almendros y viña, y más tarde en un espacio poblado de casas de veraneo y de casetas con jardín, en algunas zonas del que también se explotaban materiales de construcción (cantera de Can Baró) y posteriormente se emplazaban servicios de ciudad, como el depósito de Aguas de Barcelona o las actuales antenas de telecomunicaciones.
El Museo ha querido poner en valor todos estos posos históricos y patrimoniales, por un lado, mediante la instalación in situ de cinco paneles informativos que facilitan la visita autoguiada, la edición de dos guías de historia urbana intituladas 'Defensa / BCN, 1936-1939' y 'Barracas / BCN', y la programación de visitas guiadas. Por otra, impulsando una reflexión metodológica que ha permitido una intervención patrimonial basada en criterios arqueológicos adaptados a la conservación de estructuras frágiles y modernas.