¿Cómo llegas al dancehall?
Desde que empecé a tener identidad me gustó la música y me interesé por lo que se hacía en Barcelona. Había muy poca gente haciendo cosas, era un círculo muy cerrado, y yo no he formado parte nunca de él, aunque ahora se está empezando a hacer 'mainstream'. Aquí tiene mucho menos público que el hip-hop.
Los artistas de dancehall jamaicanos que vienen a actuar en Barcelona son bastante veteranos.
Hay dancehall 'old school' y 'new school'. Yo he escuchado mucho 'old school', pero lo que me gusta es el 'new school'. Es lo que me interesa. Está más influenciado por la electrónica y bebe de las modas de Estados Unidos. Se ha mezclado.
¿Tu nombre artístico viene del dancehall?
Como escucho mucho dancehall me he familiarizado con el lenguaje, y 'gyal' es una palabra del inglés que se habla en Jamaica, el 'patois', y me la apropié.
Has hecho una versión del 'Work' de Rihanna, una de las artistas que ha llevado el dancehall al 'mainstream'.
Ella es caribeña, es su cultura. Pero es un producto, y muchas veces ha hecho lo que se le ha mandado: para hacer dinero muchas veces tienes que ceder el control de las cosas. Pero son sus raíces. Yo soy una friki y me miro sus videos en Instagram y la veo en las fiestas de su pueblo, donde todo el mundo baila dancehall.
"Por el barrio se sabe qué 'pussy' es el que manda", canta Bad Gyal en 'Pai', adaptación del 'Work' de Rihanna. El barrio es en Vilassar de Mar, donde nació en 1997, y el 'pussy' es ella, Alba Farelo.
Cuando el interés por el trap, el último fenómeno 'mainstream' hip-hop, ha puesto el uso de la palabra 'bitch' (puta) en el centro de la diana, Bad Gyal se apropia de los códigos sexistas del rap y el dancehall, la música jamaicana de club que tanto le interesa –su nombre artístico es un préstamo del 'patois' de Jamaica vía esta cultura musical–, y los emplea en un discurso poderoso.