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Ya sabéis la obviedad: el precio de las cosas lo determina la ley de la oferta y la demanda. ¿200 pavos os parecen mucho o poco dinero para pasar una noche de fiesta? Pues es una cantidad muy respetable, pero más o menos es la que se gastó Víctor M. en una noche de sarao en el Club UNVRS de Ibiza el pasado mes de junio. Propiedad de The Night League y del grupo Empresas Matutes –que ostentan el dominio de la fiesta en mayúscula en Ibiza, la de club electrónico; también son suyas Ushuaïa Beach Hotel y Ushuaïa Tower, así como Hï–, UNVRS (léase univers, como en catalán) es el club más grande del mundo, con una capacidad de 10.000 personas.
"UNVRS ofrece los mejores elementos de un club, la infraestructura de un estadio y la hospitalidad más destacada del mundo. Se trata de atención al detalle más pequeño, desde los acabados del espacio hasta las experiencias únicas que nuestros invitados nunca olvidarán. Es un espacio que conserva la energía cruda de una rave, conectando el presente y el futuro dentro de una arquitectura impresionante", explica Yann Pissenem, CEO de The Night League, responsable de la marca de Ushuaïa Entertainment.
UNVRS es, indiscutiblemente, el club más grande del mundo: con 6.500 m² de superficie, la sala principal tiene el tamaño de un hangar de aviones, con un techo de 25 metros de altura y una piscina. También es uno de los clubs más exclusivos del mundo. Víctor M., agente comercial barcelonés adicto a Ibiza –viaja a la isla cinco veces al año–, pasó una noche de fiesta en UNVRS poco después de su apertura.
Víctor tiene unos consejos importantes para visitar este templo de la fiesta: el primero, llegar temprano. "Hay tarifas diferentes según la hora a la que llegues. Si llegas antes de las doce de la noche, pagarás unos 65 euros. Y a partir de la una, pagas la tarifa estándar, que son unos 100 euros", explica. Este escalonamiento, más que para democratizar el acceso, "es para evitar que se formen unas colas del copón", advierte.
Pagar cien euros no incluye nada, solo entrar en la discoteca. Es decir, cien euros sin cubata. La narrativa del club es que "cada rincón sea una experiencia única". Pero una vez dentro, advierte Víctor, "la masificación es agobiante. El problema es que se peta mucho. Hay terrazas exteriores, pero están muy llenas siempre, no puedes sentarte".
La entrada VIP cuesta 500 euros e incluye acceso a una balconada con vistas a la pista y ahora cinco bebidas por cabeza (en el momento de la visita de Víctor, tan solo incluía el acceso al balcón. Nada de champán incluido en el pack: la copa de Moët sale a 60 euros). Pero para sentarse en la zona VIP hay que reservar una mesa, "que puede oscilar entre 5.000 y 15.000 euros", asegura el barcelonés.
La entrada cuesta 100 euros y la masificación es agobiante
Las normas estéticas para estar en la zona VIP son pintorescas. A las ya consabidas "nada de chanclas, torso al aire o mochilas grandes" se añade normativa ideológica: se prohíben "prendas o símbolos ideológicos que se consideren disruptivos para la experiencia de los asistentes" (!?). Aquí sí que haría falta el Mago Félix que nos hiciera una tirada de cartas para saber si nuestra camiseta vintage de la UCD o de Fito y Fitipaldis puede ofender a alguien (tampoco se permiten las camisetas de fútbol).
Los precios de las bebidas son estos: cubatas a 26 euros (con Red Bull a 27) y aguas y refrescos a 15. Los chupitos cuestan entre 16 y 18 euros. La calidad de los licores es buena, claro, "pero los sirven con medidor. No cae ni una gota de más", advierte el barcelonés.
Las opciones para comer son hamburguesas de Vicio a 25 euros y un plato de pollo rebozado espolvoreado con caviar a 80. Pese a esto, un bolsillo medio puede afrontar el envite: hay un pack de 5 bebidas a 100 euros, y con la entrada de pajarito mañanero, la broma sale por 165-200 euros.
Pese a esta tesitura, Víctor asegura que la experiencia compensa: "Es como ir a un festival. El sonido y los audiovisuales son brutales, la inversión es tremenda, como en ningún otro lugar en España encontrarás ahora mismo". Hay pantallas en el techo que bajan, y un momento álgido del sarao es aquel en el que "caen go-gos del techo bailando", una de las señas de identidad de "cuando era Privilege, que se ha mantenido".
El otro punto fuerte, claro, es tener a los mejores DJ del mundo pinchando. Carl Cox, David Guetta o FISHER son los residentes de este verano. Incluso te encontrarás a un DJ en el váter (la noche que Víctor fue, estaba el hijo del mismo Guetta). Y como en un festival, "la gente tiene el móvil en alto toda la noche, es bastante asqueroso, como en un concierto de Coldplay", ríe.
Hay DJ pinchando incluso en el lavabo
Si tenéis previsto asistir, tened en cuenta que vale la pena salir por patas a las 5.30 de la mañana, media hora antes de que el club eche el cierre. "Es la única manera de pillar un taxi. De lo contrario, te enfrentarás a dos horas y media de cola en medio de ninguna parte, sin transporte público. Hay 10.000 personas dentro, pero muchos menos taxis que en Barcelona, claro". Hombre, ¿y alquilar un coche entre cuatro no sale más a cuenta?
Si sales después del cierre, te esperan dos horas y media de cola para el taxi
Víctor M. sonríe, y me doy cuenta de que acceder al olimpo del sarao discotequero manteniendo la sobriedad no es una opción. "Te gastas 200 euros en una noche. El comentario más recurrente de mis amigos fue 'me ha encantado, pero no volveré nunca más'".
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