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Cinco obras de arte censuradas que puedes ver en el Museu de l'Art Prohibit de Barcelona

Abre este nuevo museo en la Casa Garriga Nogués, donde se expone la colección 'Censored' de Tatxo Benet de arte censurado

Rita Roig
Escrito por
Rita Roig
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"Para censurar una obra de arte hay que tener poder, pero, a veces, basta con que alguien se plante delante de un cuadro con un cuchillo para rasgarlo", observa Taxto Benet. Durante cinco años, el periodista y empresario ha coleccionado obras censuradas de todo el mundo que ahora verán la luz en el Museo del Arte Prohibido. Las paredes de la Casa Garriga Nogués, la finca modernista que había acogido la Fundación Maphre, están ahora decoradas por piezas de arte que, por motivos de todo tipo, han sido agredidas, denunciadas o retiradas de museos y exposiciones. “En la colección tenemos 200 obras”, informa Benet, “pero en el museo únicamente exponemos 42”. Un recorrido de 2.000 metros cuadrados con una museografía excelente y un relato sugestivo, obra de la directora Rosa Rodrigo y del director artístico Carles Guerra, se encarga de que el visitante profundice en cada pieza y descubra por qué y cómo fue censurada. Cuando pedimos a Taxto Benet que nos haga una elección de sus predilectos, ríe: “¡Tengo miedo de que me salgan demasiados cristos!”. Más allá de esta figura, una de las más censuradas de la Historia del Arte, la colección nos descubre obras que han ofendido a todos los bandos posibles. "Hemos reunido piezas censuradas por tantos motivos, que algunas te parecerán infames y otras no entenderás por qué fueron polémicas", reflexiona Benet. Y con ese diálogo entre obras antagónicas, el nuevo museo nace por ser un espacio de reflexión en contra de la censura y a favor de la libertad de expresión. 

Piss Christ d'Andres Serrano
Joel CodinaPiss Christ d'Andres Serrano

 1. 'Piss Christ’, de Andres Serrano

“Cuando empecé a explicar que estaba coleccionando obras de arte censuradas, todo el mundo me preguntaba si tenía intención de comprar el Piss Christ”, cuenta Tatxo Benet. La pieza -poco conocida en España, pero famosa en todas partes- es obra de Andres Serrano, uno de los fotógrafos contemporáneos más importantes del mundo. Forma parte de una serie de fotografías en las que el artista sumergía figuras en diferentes tipos de líquidos, como leche, sangre u orina. Una de ellas, que muestra un crucifijo en un recipiente lleno del pipí del propio artista, ha sido víctima de censuras y agresiones a golpe de martillo. Ahora la pieza está a salvo. "Fue difícil de conseguir, pero ahora el Piss Christ forma parte de la colección del Museo del Arte Prohibido", sonríe Benet.

La civilización católica y occidental, de León Ferrari
Joel CodinaLa civilización católica y occidental, de León Ferrari

2. 'La civilización occidental y cristiana', de León Ferrari

"El papa Francisco, ese que es tan moderno y progresista, condenó esta obra de arte", alerta Tatxo Benet. El argentino León Ferrari crucificó a Jesús contra un F-16, un avión militar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, para denunciar los bombardeos de la guerra de Vietnam y la polémica estalló a raíz de la primera retrospectiva dedicada al artista en Buenos Aires. Lo que entonces era arzobispo de la ciudad, el actual papa Francisco I, calificó la pieza de "blasfemia", desencadenando manifestaciones contra Ferrari y protestas de todo tipo hasta que retiraron la obra del museo. La censura que sufrió esta obra iba más allá de la religión: "Para él, la Iglesia era uno de los pilares de civilización occidental, que rechazaba profundamente". 

Silence de Zoulikha Bouabdellah
Joel CodinaSilence de Zoulikha Bouabdellah

3. 'Silence', de Zoulikha Bouabdellah

Treinta alfombras de oración islámica y de treinta pares de zapatos de aguja. Con esta instalación, inquietante y bella a partes iguales, la artista franco-argelina Zoulikha Bouabdellah quería reflexionar sobre el papel de la mujer en la religión musulmana. Como relata Benet, "es un caso de autocensura", ya que la propia artista y el Ayuntamiento de Clichy decidieron eliminarla de una exposición, en un momento de tensión en Francia por los atentados yihadistas en la redacción Charlie Hebdo. Además, la obra fue la primera que Benet compraba consciente de que estaba haciendo una colección de arte prohibido, bastante después de adquirir de la obra sobre los presos políticos Santiago Sierra, censurada en ARCO. "Fui a Francia expresamente a buscarla, y fue el inicio de mi búsqueda de obras censuradas por todo el mundo", explica el coleccionista. 

'Los caprichos' de Goya
Joel Codina'Los caprichos' de Goya

4. 'Los caprichos', de Francisco de Goya

La pieza más antigua del Museo del Arte Prohibido es de Goya. El propio artista la sacó del mercado por miedo a ser represaliado por la Santa Inquisición, a finales del siglo XVIII. Se trata de una serie de aguafuertes satíricos que, bajo el título de 'Los caprichos', criticaban los defectos de una España corrupta y atrasada. "El título ya es una forma de autocensura", explica Tatxo Benet, "porque quiere esconder el verdadero significado de la obra bajo un título positivo". Goya "es el único artista de la colección que no es contemporáneo, pero es el padre del arte moderno" y los quince grabados que se pueden ver en el Museo del Arte Prohibido -¡cuesta encontrar tantos de esta serie juntos en un mismo lugar!- reivindican su faceta de ilustrado, crítico con la sociedad en la que vivía. 

‘Suite 347’, de Pablo Picasso
Joel Codina‘Suite 347’, de Pablo Picasso

5. 'Suite 347', de Pablo Picasso

Rafael, mientras trabajaba en los tapices de la Capilla Sixtina, tenía una amante que llevaba el apodo de "La Fornarina" porque era hija de un panadero. La leyenda dice que el Papa del momento les dejaba tener relaciones sexuales en el Vaticano para espiarles por el agujero de la cerradura. Y así lo dibujó Picasso. La 'Suite 347' es una serie de grabados del malagueño censurados en 1968, en la galería Louise Leiris de París, donde se habilitó una sala privada de acceso restringido a adultos para exponerlos. Muchos de ellos eran de temática erótica, con el añadido polémico del voyeurismo que exponía a figuras religiosos y artistas reconocidos. La obra es divertida, se aprecia el trazo tan característico de Picasso y nos recuerda que ni el más grande de los artistas es inmune a la censura.

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