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Isaac Castelló y Pilar Martínez ya han probado el resultado de su último experimento: whisky 100% catalán. Por desgracia (y por ley) este producto no llegará al público hasta 2024, cuando la bebida haya estado envejeciendo, como mínimo, durante tres años. Eso sí, no hará falta esperar un año para confirmar que el whisky de la destilería Licors Quevall es el primero elaborado en Cataluña de inicio a fin. Y no solo eso; la destilería de Llançà es una de las pocas que hace su propia cebada: en todo el mundo hay menos de diez.
Para hacer el whisky hace falta tener a mano tres ingredientes: agua de manantial, malta de cebada y levaduras. La cebada catalana se utiliza generalmente para hacer pienso de animales a causa de su alto contenido de proteína. La que se usa para el whisky debe tener más azúcar, y en Cataluña es muy escasa. Las características de este tipo de cebada ha dificultado hasta ahora la creación de un whisky elaborado solo con productos de la zona. Y aquí tenemos el reto para Quevall: ¿cómo podemos hacer whisky catalán sin uno de los ingredientes esenciales?
La respuesta es que, aunque hay muy poco, en Cataluña hay cebada. Y para transformarla en malta de cebada —es decir, hacer el proceso de malteado— es necesario secarlo. Lo que se hace normalmente es abrasarlo en quemadores, pero es un proceso tan altamente costoso y poco eficiente que los de Llançà pensaron en otra vía: maltear la cebada dentro de un bombo con unos emisores de infrarrojos concretos. De esta manera, puede obtener malta de cebada con menos espacio y de una forma mucho más sostenible.
Quevall ha conseguido un sistema eficiente para maltear la cebada: ¡con infrarrojos!
En España son los primeros en hacer todo el proceso ellos mismos y, es posible que también sean pioneros en Europa. Con su sistema, aseguran que el whisky ya tiene un gusto "característico" de Licors Quevall y es, en gran parte, por la manera en que envejecen su destilado. En Irlanda y Escocia lo hacen con botas de jerez y aquí Licors Quevall utiliza barricas de vino rancio. A grandes rasgos, explican los destiladores, son la misma cosa: "vino blanco oxidado que se pica a propósito". En el proceso también usan otras barricas como la de mistela, un producto más de proximidad y original de la zona, y aseguran que tienen la intención de probar otras barricas y métodos. El objetivo no es otro que conseguir que su whisky sea, no solo el primero, sino el mejor del territorio.