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Hace unos días celebrábamos el aniversario de la catalana Maria Branyas, la mayor mujer del mundo, que sopló las velas del número 117. Probablemente, lo festejamos porque todavía nos sorprende cuando una persona cumple el centenario, pero deberíamos empezar a acostumbrarnos o, al menos, a quitarle importancia —como la propia Branyas hace respecto a su edad—, porque la cantidad de personas que llegan a los 100 años se ha disparado sustancialmente en los últimos años. De hecho, según estimaciones de Naciones Unidas, en el 2015 había casi medio millón de centenarios en el mundo, más de cuatro veces la cifra del año 1990. Pero es que, de cara al 2050, se prevé que haya 3, 7 millones, según la Organización.
Está claro que la esperanza de vida ha crecido con los años. Según la División de Población de Naciones Unidas, la expectativa de vida del 2019 se situaba a los 72,8 años (nueve años más que en 1990) y, de cara al 2050, se espera que suba hasta los 77,2 años. Este aumento se debe principalmente a la evolución global para garantizar el acceso a la atención sanitaria, la higiene, la educación y la lucha contra la desnutrición, factores que no solo han propiciado que la gente viva más años, sino que también han hecho que tengan más posibilidades de sobrepasar los cien. Pero, ¿existe un secreto para llegar al siglo de vida?
Según la Universitat Oberta de Catalunya, para responder a la pregunta hay que empezar sabiendo que no hay ninguna fórmula en la que el punto de vista demográfico se separe de lo social. Lo explica el demógrafo del Centro de Estudios Demográficos, Pau Miret, quien también explica que, en Cataluña, los indicadores apuntan que los centenarios son en un 2% hombres y en un 4% mujeres. Por tanto, una de las claves para soplar velas con tres números es "nacer mujer, algo que no podemos escoger", bromea el profesional. Por su parte, el director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Salvador Macip, que investiga las bases biológicas del envejecimiento desde hace más de dos décadas, admite que hay muchos factores que determinan cómo envejecemos, pero que todavía no se conocen todos. "Hay genéticos y otros relacionados con el entorno y los hábitos de vida", explica Macip, pero "el peso que tienen unos y otros todavía no está claro". Y es que la realidad es muy compleja. Lo que está claro es que las personas centenarias comparten rasgos en común y, puede que, estos sean en los que deberíamos fijarnos si queremos alargar nuestra vida.
Por un lado, sabemos que la genética —lo que heredamos de nuestra familia— tiene incidencia en nuestra longevidad, pero no podemos controlarla. En lo que sí podemos intervenir son en nuestros hábitos que deben ser (sin sorpresa) lo más saludables posible. Dieta equilibrada, hacer ejercicio, no beber ni fumar… no son clichés, cumplir estas rutinas realmente retrasan los procesos biológicos del envejecimiento. Aparte de estos puntos, también es importante disponer de una buena red social para mantenerse activo, ser optimista con la vida, no sufrir estrés o ansiedad y no ser impulsivo.
Sin embargo, vivir más no significa vivir mejor. Aunque la calidad de vida ha evolucionado con los años, la esperanza de vida no lo ha hecho al mismo ritmo. Por tanto, antes que saber cómo llegar a los 100 años, quizá deberíamos plantearnos cómo queremos vivir estos años. "Cada vez vivimos más en peor salud", explica Salvador Macip, quien concluye que "los que investigamos el envejecimiento, sobre todo, lo que buscamos es alargar estos años buenos. La longevidad ya vendrá después".